tag:blogger.com,1999:blog-12188368566141349352024-02-08T05:50:17.843-08:00Psicoanálisis. Razones de una prácticaconrado zulianihttp://www.blogger.com/profile/13186287258782676317noreply@blogger.comBlogger17125tag:blogger.com,1999:blog-1218836856614134935.post-92142929663361367802014-05-01T09:24:00.000-07:002014-05-01T09:24:23.289-07:00Sobre el cuerpoEl cuerpo, lo que se dice el cuerpo...con él nacemos y morimos. Lugar laberíntico, nacer con un cuerpo y habitarlo son dos cosas distintas. Descubrimiento fundamental de Freud aquel que indica que la neurosis histérica habla de un cuerpo que no responde a las leyes de la anatomía; anatomía subjetiva, dirá el maestro, en la que el cuerpo es alojado en el fantasma. Cuerpo sede, espacio, borde, marcado por la impronta del deseo sexual. Cuerpo en el que lo más propio deviene in-cierto. <br />
En otras palabras, cuerpo pulsional, es decir, sexual, donde los agujeros que lo constituyen se presentan como permutables: escándalo freudiano aquel que presenta al niño como perverso polimorfo. Escándalo con mayúsculas que consiste no sólo en afirmar que el niño tiene sexualidad sino, además, catalogarlo de perverso polimorfo. Demasiado para la viena de inicios del siglo XX y demasiado para nuestra época. El horror de la re-edición del Edipo habita en la otra escena, aquella de la que el neurótico nada quiere saber.<br />
Freud produce la caída del ideal social del niño como asexuado, cae la imagen del "niño ángel" para dar lugar al niño habitado por los demonios de la sexualidad y la violencia...deseos dirigidos a los padres.<br />
En base a lo anterior, no hay forma de que el psicoanálisis goce de aceptación social, incluso hay que desconfiar cuando esto ocurre. El lugar marginal le conviene más, lugar solidario con el objeto del cual se ocupa. Marginal como el cuerpo sexuado, hecho de zonas de bordes, caído del cuerpo de la medicina. Si el analista, dice Freud, debe reafirmar periódicamente su convicción acerca de la existencia del inconsciente es por el horror que produce. No en vano Lacan hablaba del horror del analista en su acto.<br />
Si, mal que le pese a la sexo-logia, no hay nada de "natural" en la sexualidad humana, entonces, el cuerpo del que hablamos es un cuerpo en corto-circuito en tanto atravesado por la prohibición del incesto. Es a partir de allí que la errancia de la pulsión dibuja la marca trágica de la existencia. <br />
Si el bueno de Lacan pensaba que no hay relación sexual, su aforismo está allí para revolver las aguas del ideal social de armonía en lo tocante a lo sexual. Desproporción, desarmonía entre lo que se desea y lo que se encuentra. Desde este punto de vista, todo encuentro sexual conlleva un fondo de des-encuentro, de tropiezo.<br />
El encuentro con otro, confronta al enigma en tanto uno como el otro están habitados por deseos que les son desconocidos: "¿Cómo a mí te entregaste, luz morena? ¿Por qué me diste llenos de amor tu sexo tu de azucena y el rumor de tus senos? ¿No fue por mi figura entristecida?..." pregunta García Lorca a su amada en Madrigal de verano.<br />
Desde la dureza de los textos sobre la experiencia de satisfacción hasta la perla novelada del Tabú de la vriginidad, desde Tótem y tabú hasta el Malestar en la cultura, desde los historiales clínicos hasta Moisés y la religión monoteísta la obra de Freud va dando cuenta de la brecha existente entre el deseo y su objeto, es decir, la neurosis.<br />
Ese cuerpo, atravesado por la imposibilidad de acceso a lo incestuoso, es cuerpo caído como propiedad exclusiva de la madre. La "partida de nacimiento", primer registro del cuerpo en lo social viene a decir entonces que el cuerpo del niño, que se registra con un nombre, pertenece a partir de allí al campo de la cultura. Si nacer es partir, de la madre, Freud no va a estar del todo de acuerdo con su amigo y discípulo Otto Rank. El "trauma del nacimiento" constituye una pérdida que habría que anotar del lado de la madre.<br />
Si la pulsión da testimonio de la pérdida del institnto, el fracaso de la pulsión da cuenta del deseo. Desencuentro entre la pulsión y su objeto que pone al deseo a desear. Ausencia estructurante, aunque difícil de soportar. De la tragedia a lo tragicómico y de la miseria neurótica al infortunio común son los movimientos que el análisis propicia. Será cuestión de la clínica actual el poder diferenciar entre la falta de objeto y la falta de representación. Confundirlos lleva a atolladeros clínicos, a mi entender, de gravedad. Ambos agujeros no pueden ser abordados, bordados, bordeados de la misma forma.<br />
El cuerpo entramado en los libretos de la sexualidad infantil es la forma de anudamiento, de ligadura de lo pulsional, es decir, de lo verdaderamente traumático, al campo de lo representable. De esta forma, la novela familiar del neurótico es pantalla del trauma. Si todo recuerdo infantil es, en el fondo, recuerdo encubridor entiende Freud que lo que allí se vela y se re-vela es lo atinente a la sexualidad y al deseo.conrado zulianihttp://www.blogger.com/profile/13186287258782676317noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1218836856614134935.post-86540613202690304242013-08-08T17:33:00.001-07:002013-08-08T17:33:29.135-07:00Reportaje al psicoanalista Julio GarcíaJulio García es psicoanalista. Es también director terapéutico del Programa Andrés de Rosario, Argentina. Institución dedicada desde hace varios años al abordaje de sujetos en los que el uso de tóxicos de diversa índole ocupa en lugar central dentro de sus padecimientos y sufrimientos subjetivos. En este reportaje, que tuvo lugar en el mes de julio de 2013 en la ciudad de Rosario, Julio nos comenta el modo de trabajo que actualmentese implementa el Programa Andrés, modo de trabajo que es solidario con una concepción de sujeto que le es subyacente. <br />
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CZ: La primer pregunta que te haría es si podés explicar un poco el método, el modo de abordaje de las adicciones en el Programa Andreés.<br />
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JG: El programa Andrés Rosario, en la actualidad, trabaja básicamente con dispositivos grupales, en general, no en todos los casos. Te tendría que explicar un poco la estructura del programa. Cuando alguien llama pidiendo asistencia al programa se lo recibe en el dispositivo de primeras entrevistas. Este dispositivo tiende a la evaluación y al diagnóstico, tanto personal como situacional -es decir socio familiar- del paciente. En estas entrevistas, que son tres o cuatro, lo que se intenta determinar es un diagnóstico, como te decía anteriormente, un diagnóstico presuntivo de la particularidad de la estructura psíquica, de la estructuración psíquica del paciente en relación al consumo de sustancias que venga sosteniendo y determinar cuál es la estructura familiar en la que está inserto o no el paciente y también lo que es el entorno social en el que ese paciente está, cuáles son sus vínculos o sus lazos.<br />
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CZ: Dos preguntas en relación a esto: Trabajan en la actualidad con patologías, que creo que en su época se llamaban "duales"; es decir, por ejemplo, casos de adicción en los que se presenta además alguna cuestión psicótica. Ese paciente ingresa?<br />
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JG: Sí.<br />
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CZ: La otra pregunta es qué lugar encuentra o cómo se considera en estas entrevistas lo que sería la "demanda" del paciente.<br />
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JG: Bueno, eso es importante. Se trata, precisamente, de alojar al paciente en este pedido y se trata de despejar, junto con el paciente, cuál sería la terapéutica que se considera en ese momento más adecuada para ESE paciente. Muchas veces, por ejemplo, hay pacientes que vienen ya con un pedido de internación como método de salvaguarda de su situación y pensando que es la terapéutica o la metodología más adecuada o la única posible. Estas demandas muchas veces son del paciente y muchas veces son de los familiares. <br />
Lo que se intenta en estas entrevistas es construir, en base a lo que se va pudiendo analizar o evaluar, cuál es la terapéutica adecuada para ese paciente singular.<br />
Como te decía, el programa Andrés tiene el ingreso, o la recepción de los pedidos en estas primeras entrevistas. Después, las posibilidades de trabajo dentro de la institución, pueden realizarse desde varios dispositivos: internación, hospital de día o pueden ser dispositivos ambulatorioos que constan de entre dos y tres grupos semanales y que también incluyen las terapias indivivuales.<br />
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CZ: O sea que hay un trabajo grupal del paciente ambulatorio e individual en todos los casos o solo en algunos?<br />
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JG: En general, el trabajo individual se da, se sugiere en todos los casos. Algunos al momento mismo del ingreso al dispositivo y otros con posterioridad. Nosotros lo que trabajamos mucho es la articulación en red, o el trabajo en red. Es decir, con otros efectores de salud: porque muchas veces los casos llegan derivados de centros de salud (municpales o provinciales) donde el paciente ya tiene una referencia en los equipos de esos centros de salud. En estas derivaciones nosotros lo que trabajamos es la articulación, nos ponemos en contacto con los equipos de esos centros de salud y muchas veces se hace el ingreso al dispositivo grupal y se sotiene la terapia individual dentro del centro de salud, no del Programa Andrés. <br />
Esto es, básicamente, por la concepción de que cualquiera de los dispositivos a los que se ingrese dentro de nuestra institución entendemos que funciona como un PASAJE, un proceso terapéutico que es un MOMENTO y que lo más importante es el sostenimiento de la cotidianeidad del paciente; es decir, que el paciente va a seguir sosteniendo, más allá y después del proceso terapéutico, su vida. Y pensamos que si se aísla al paciente -lo pensamos porque nos llevó el trabajo que venimos realizando desde hace veinte año- encontramos que si uno trabaja con una idea de que el paciente debe ser aíslado y sacado de su contexto para después volver a "reinsertarlo" en realidad se genera una especie de falacia o de ilusión...<br />
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CZ: Una cosa disociada...<br />
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JG: Una cuestión disociada, sí. Entonces después esta "reinserción" se vuelve totalmente perjudicial porque no hay una continuidad entre lo que transcurre dentro de la institución y lo que transcurre en la cotidianeidad en cualquier sociedad.<br />
Eso por un lado. Quería retomar la pregunta anterior. En base a esto, al pedido, que en general es un pedido de internación, lo que trabajamos es la cosntrucción de otras modalidades posibles; inclusive si consideramos, en esa evaluación, si el equipo considera que la internación es el tratamiento sugerido para ese paciente, también se trabaja mucho la diferencia entre internación y aislamiento. La internación es un momento donde se ALOJA al paciente sosteniendo, mientras se va haciendo el armado o el rearmado de sus vínculos socio- familiares y lleva un tiempo breve. Tratamos de que no se hagan internaciones de más de tres o cuatro meses y con esta lógica: un paciente que está internado no necesariamente está las 24 horas los 7 días de la semana dentro de la institución. El trabajo específicamente terapéutico tiene una franaja horaria de las 8 de la mañana a las 4 de la tarde; lo que queda del día se intenta hacer una vinculación con espacios socio- recreativos, educativos que al paciente le ineresen<br />
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CZ: Esto tiene que ver con una recomposición del lazo social y con un alojar al sujeto, lo que haya de sujeto ahí.<br />
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JG: Exactamente. Poder escuchar, precisamente, qué es lo que a ese sujeto le interesa o lo moviliza más allá del consumo. Cada sujeto que llega tiene "otras" cuestiones, "otros" intereses, seguramente. <br />
La cuestión de la primeras entrevistas está relacionada con la idea de que cada situación es particular, como cada sujeto lo es. Entonces, si bien hay un dispositivo que tiene una base grupal, no implica necesariamente que pensemos que hay un "único modo para todos".<br />
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CZ: Esto sería como un rescate de la subjetividad, de la singularidad de cada uno...<br />
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JG: Exactamente. <br />
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CZ: La gente que trabaja en el Programa Andrés, o el Programa Andrés como institución, tiene una fuerte impronta psicoanalítica en el modo de pensar y de abordar el trabajo con los pacientes. ¿Cómo pensarías la relación entre el psicoanálisis y la posibilidad de un abordaje de las adicciones por esa vía?<br />
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JG: Bueno, como decías, la mayoría -somos aproximadamente 40 profesionales- de los que trabajamos, más o menos un 80 por ciento, somos psicólogos y todos tenemos formación psicoanalítica. Después hay médicos clínicos, psiquiatras, trabajadora social, abogados. Nos pensamos dentro del ambito de la salud mental más que en la especificidad de las adicciones, para ir respondiendo a la pregunta. Qué implica esto? Que el hecho de pensar las adcciones no como una patología en sí, sino como un fenómeno que viene a mostrar algo que atañe al sujeto. Asi como no hay "un" tratmiento para las adicciones porque no hay "una" causa. El uso de sustancias en cada uno de estos sujetos es particular, se da de un modo particular. Cada sujeto es causado en ese hacer.<br />
Las adcciones, psicoanalíticamente, pienso que no constituyen un concepto que aporte al trabajo psicoanalitico, en el sentido de que queda casi como una mera descripción. Si bien muchos autores o muchos psicoanalistas trabajamos la cuestión de la adicción, esta disyunción, a- dicción, lo no dicho, uno lo puede pensar por ahi. Pero, en terminos generales, el término "adicto" no deja de hacer de esto una descripcion. <br />
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CZ: Y una generalización...<br />
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JG: Y una generalización. Si tenemos que pensar psicoanalíticamente, tenemos que pensar cuál es la operación o cuál es el mecanismo psíquico que hace a cada sujeto en lo que toca al uso abusivo de sustncias. Todo lo demás queda en una descripción fenoménica. Hay preguntas, sobre todo, de familiares: "es grave esto que a él le pasa"? No sé de que gravedad estaríamos hablando. "Es adicto"? En realidad cuando alguien se pregunta algo, algo le está pasando, le está aconteciendo, más allá, o junto con, ese consumo compulsivo de sustancias. Diríamos, freudianamente, que el consumo es la punta del iceberg. Algo acontece en ese sujeto para que se elija esto del consumo de sustancias.<br />
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CZ: La pregunta sería quée función cumple el tóxico en la economía psíquica de ese sujeto singular<br />
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JG: Exactamente. Porque la cuestion de las adcciones, te lo decía al principio, no se trataría de un concepto psicoanalitico, lo cual no implica que, obviamente, no tenga un peso importante porque es un constructo discursivo social que tiene una incidencia muy grande. Por eso te decía que las personas llegan a pedir un tratamiento y a pedir internación "porque se es adicto", e inclusive la persona que consume tiene una fuerte identificación con ese lugar.<br />
Esto es algo del orden del constructo discursivo social que pone una pregnancia y pone un peso en eso. Por eso en la institución nosotros decimos que tenemos un "hacer" con la problemática de aqullos sujetos que hacen del uso y del abuso de las sustancias un modo de estar, pero eso no deriva en que nosotros seamos "especialistas en adicciones". Por eso estamos muy fuertemente, sobre todo en los ultimos años, trabajando en el sentido de que nuestro hacer se inscribe dentro del orden de la salud mental, una cuestión más amplia.<br />
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CZ: te haría una última pregunta que tiene que ver con el lugar de la transferencia dentro de la institución; cómo se presenta la transferencia, qué modalidades toma, cómo participa en la posibilidad de que un tratamiento se sostenga. Lo que nos puedas comentar sobre eso.<br />
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JG: Me parece pertinente con lo que veníamos hablando recién. La cuestión del peso que tiene la temática de las adicciones y este constructo que se arma -simbólico e imaginario- en la sociedad da un significado a la institución y ésta tomada allí transferencialmente. Lo que hablábamos al principio de los pedidos. En tanto la institucion trasbaja con la problematica de las adicciones; hay allí un primer signo de transferencia en tanto se supone un saber acerca de eso. A partir de ahi, las transferencias se van jugando de distintas maneras, de acuerdo a cada sujeto, y es por esto también que nosotros trabajamos en la dirección de no hacer consistir tanto este lugar de saber sobre las adcciones. Si bien esta suposición de saber, en principio, permite, lanza un trabajo, permite que se ponga en funcionamiento un trabajo terapéutico, si nosotros nos quedamos en ese lugar de "saber sobre las adicciones" esto termina siendo iatrogénico y el paciente termina no pudiendo implicarse, responsabilizarse en cuanto a su elección.<br />
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CZ: Se hace más consistente el síntoma, no? Se cristalizan esos lugares.<br />
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JG: Se hace más consistente el síntoma, lo cual va en detrimento de la idea que tenemos de desarticular y desarmar este constructo social, este "ser" adicto. Lo que se intenta es ir produciendo un corrimiento de ese lugar. En esto lo grupal también genera una posibilidad de que la transferencia vaya siendo...desplegándose.<br />
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CZ: Escuché que hablabas de las transferencias, en plural<br />
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JG: Si, porque la idea es que al haber transferencia no solamente dentro de la institución, sino que en esta articulación de trabajo con otros lugares se da la posibilidad de ir generando dentro del proceso terapéutico, del acompañamiento en otras instancias, de sostener la inserción en lo socio familiar, de sostener la referencia en otros lugares. Esto hace que el sujeto pueda ir encontrando que la institución no es EL lugar, no es el lugar signado por el cual va a "salir" de la adicción, o se va a "salvar", segun la forma que esto pueda tomar. Sino que la institución es UN lugar más, de PASAJE y en donde encuentra un intento de trabajo, de responsabilización y de implicación en su hacer, en su vida en general. <br />
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CZ: esa es una idea profundamente psicoanalítica, la responsabilidad por el propio deseo y la propia realidad psíquica.<br />
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JG: Sí. Nosotros venimos trabajando, venimos trabajando digo porque siempre es un trabajo a hacer, a cosntruir, sobre todo en los dispositivos que son de mayor contención, como el de internación y el de hospital de día, donde el paciente pasa más tiempo, donde los equipos pasan más tiempo tambien. Un trabajo constante dentro de los equipos es cómo ir corriendo dentro de los equipos mismos, de los trabajadores mismos, la ilusión de que a esa persona "se la va a salvar", se le va a dar la posibilidad de "salir" de la droga, o cuando alguien hace abandono del tratamiento o un proceso se trunca es necesario ir trabajando la frustración que se da en el equipo. Muchas veces queda uno entramapado en esta ilusión, a pesar de estar trabajando en otra dirección. <br />
Cuando a un paciente se lo recibe en la primeras entrevistas se le propone un modo de trabajo y esto se acuerda con el paciente; esto tiene un peso fundamental; pero el paciente ingresa a veces a otro equipo dentro de la institución y a lo mejor ahí se produce cierta tensión en los trabajadores. La dificultad del trabajo responde a que uno tiene que estar permanentemente en este ejercicio de interrogar cuándo uno responde a algo del orden de la demanda y hasta dónde acota eso o responde otra cosa para permitir que haya un movimiento en el paciente.<br />
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CZ: En última instancia tiene que ver con poner en cuestión permenentemente lo que se hace.<br />
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JG: Totalmente. Me parece que una cuestión importante en este trabajo es poder habilitarse a poner en tensión, constanmtemente, las categorías con las que se está trabajando. Si uno queda tomado por esta cuestión de que habría una "clínica de las adicciones" o encerrado en categorías como "adicto", etc; o si uno considera que trabaja con sujetos padecientes que tienen en el uso del tóxico un modo de tramitar eso. Después, cuáles son los distintos dispositivos y la eficacia de los distintos dispositivos nos llevaría una charla más. Pero me parece importante en este contexto histórico, donde parece que esta problemática está ya (¿estalla?) en todos lados y genera bastante conmoción a nivel social en todos los estratos sociales y en la mayoria de los países, poder ubicar cuál es la problematica. Hay que poder separar la problemática del narcotrafico, la problemática socio- política, o político económica, la problemática social y la problemática del sujeto. Leía un texto sobre el malestar en la cultura donde el autor hacia diferenciación entre aquel malestar en la cultrua del que hablaba Freud y cuáles son los malestares de la cultrua actual.<br />
Yo pensaba, más que pensar en cuáles son los malestares que se dan en la cultura, pensaba en un trabajo de Fernando Ulloa donde él presenta, juega con esto del malestar en la cultrua y dice que hoy más que malestar en la cultura estamos en la cultura del malestar y creo que esto hace una diferencia para poder pensar la problemática de las adicciones o el consumo de sustancias.conrado zulianihttp://www.blogger.com/profile/13186287258782676317noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1218836856614134935.post-26101707964427743132013-06-11T06:57:00.000-07:002013-06-11T06:57:14.330-07:00Sobre las escenas del análisisSobre las escenas del análisis, escenas de transferencia, transferencias en escena.
Escenas inasibles, lejanas y actuales. La presencia y la abstinencia del analista las convocan.Éste se dejará tomar por las palabras del paciente que lo envuelven como objeto, objeto de transferencia, dejándose sorprender por el decurso de las asociaciones del sujeto; del lado del paciente, se lo insta a decirlo todo, sobre todo lo que no pensaba decir: dolores impensados, repetitivos, insistentes. Odios, amores que llevan a alguien a pedir un análisis.
Del lado del paciente: demanda de alivio al exceso de sufrimiento ¿Cómo acotarlo?
Ante el pedido de auxilio del paciente el analista responde de una manera, por lo menos, extraña: "hable". Puesta en escena del síntoma donde Eso habla. El carácter, ese gran invitado de la miseria neurótica, también es parlanchín.
Tamaña noción la de escena para el psicoanálisis: la "Otra escena", aquella en donde Freud, siguiendo a Fechner, nos dice que los sueños transcurren; la escena de la fantasía, con sus libretos escritos en clave de sexualidad infantil; la puesta en escena del acting out, allí donde los libretos no llegan a escribirse y son actuados en el plano de la realidad. ¿Cuál?
Partida de ajedrez extraña, el análisis se juega en el particular acuerdo, bucle de demandas asimétricas, en donde de un lado se pide alivio al sufrimiento que -por lo general- ha devenido insoportable y del otro se insta a aquel que sufre a que nos traiga en palabras las escenas de su dolor: "Antes de que yo pueda decirle nada, debo saber mucho de usted, hable, cuénteme", solía decir Freud. Cuénteme, téngame en cuenta, úseme como objeto transferencial de las escenas de su realidad psíquica, transfiérame sus escenas teniendo la confianza de que no las actuaré, sólo las interpretaré, de modo tal que puedan encontrar otro destino que el de la repetición funesta que hace inhibición, síntoma, angustia.
Freud se encuentra la transferencia, se tropieza con ella, es a su pesar. En la habitación en penumbras de los míticos tiempos de la hipnosis la transferencia se le revela como se nos revela ese mueble en una habitación a oscuras...una vez que estampamos el dedo chiquito del pie contra él!
Freud y Breuer, dos guerreros batallando en el terreno de las escenas de la histeria; escenas transferenciales inundadas de erotismo, seducción y horror. Breuer no lo soportó. Huyó espantado ante el aroma incestuoso y embriagador de la transferencia de Anna O. Freud decidió quedarse a escuchar: pudo entender. No actuó la huida porque pudo entender.
Cercano ya al final de su vida, que en este caso coincide con el final de una obra (Mi vida solo tiene interés en relación con el psicoanálisis, llegará a decir el maestro) Freud asevera que la transferencia es aquello que de un psicoanálisis nunca se olvida. Hacer experiencia de un análisis implica, entonces, ese movimiento en el que el paciente es sujeto de transferencia.
El paciente transfiere sus objetos, sus rasgos patológicos del carácter -ese demonio hecho de rigideces que testimonia petrificadamente los problemas de relación con los otros-, sus tendencias inutilizables, los modos de relación con los primeros objetos.
Escenas del análisis donde, a la manera de las buenas novelas policiales, lo central aparece dislocado, en la periferia. El modelo de la transferencia neurótica es el del síntoma, el del acto fallido, el del sueño. Fenómeno universal, la escena transferencial es producida a la vez por el dispositivo analítico. Paradoja a sostener.
Escenas del análisis, universales y a la vez únicas, propias de la singularidad de la historia de cada quien. La práctica de la hipnosis le muestra a Freud, primero, que el síntoma estaba hecho de recuerdos. Particular modo de recordar aquellas escenas olvidadas.Cómo no olvidarlas si correspondían a -pensó inicialmente Freud- escenas reales de seducción. Dos personajes como mínimo en estas escenas: la paciente y el padre o un sustituto. Primer gran escándalo freudiano: la histeria no responde en su etiología a ningún útero fuera de lugar ni a posesión demoníaca alguna. Más que útero dilocado se trata de recuerdos dislocados. Algo de aquello pasado, olvidado, sexual aparece trasladado al síntoma, disfrazado, velado y a la vez revelado en la formación sintomática.
Si el síntoma cuenta la historia de los amores incestuosos, la terapéutica, por lógica, debe pasar por la posibilidad de recordar. La hipnósis busca rescatar del olvido.
Caídos los cimientos de la teoría traumática Freud no se dejó vencer por la adversidad y efectuó un pasaje realmente formidable: de la escena real de seducción a la fantasía de seducción como causa del síntoma; de la hipnosis al método analítico, de la realidad material al fantasma y al sueño; realidad psíquica que aparece teniendo el mismo orden de determinación que la realidad material; idea del inconciente como existente concreto, espacio donde ciertas escenas ocurren teniendo el mismo orden de determinación que las ecenas de la realidad material ¿o más aun?
Si el inconsciente, entonces, no tiene miramiento por la realidad externa el deseo en él aparece como realizado; el deseo en el inconsciente equivale a su realización. La histeria y el sueño le enseñan eso a Freud, que sin dudas logra extraer de ellos su enseñanza.conrado zulianihttp://www.blogger.com/profile/13186287258782676317noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1218836856614134935.post-52465743302511594102013-05-17T05:39:00.002-07:002013-05-17T05:39:34.933-07:00unas pocas líneas...La atención parejamente flotante implica soportar el balbuceo errante, el propio. Dimensión del enigma, del desanudamiento de la certeza que guía al analista en su acto. Paradoja...
La sesión analítica es todos los tiempos: de generaciones pasadas, tiempo otro, tiempo de la sesión, tiempo de espera, tiempo del sueño, del deseo que al historizarse traza coordenadas de futuro.
conrado zulianihttp://www.blogger.com/profile/13186287258782676317noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1218836856614134935.post-54213923267024757982013-05-04T06:30:00.003-07:002013-05-04T06:57:08.313-07:00Clínica con niños. Un recorrido El psicoanálisis francés contemporáneo lleva la marca y la impronta de Lacan. Es lógico que así sea. Lo mismo ocurre en el psicoanálisis inglés con la figura de Melanie Klein. Aún en aquellos autores que actualmente discuten con Lacan, al punto en algunos casos de una franca oposición (por ejemplo Green, Laplanche), vemos un discurso que no podría haber sido sin Lacan.
Así como Lacan postuló su famoso retorno a Freud, alarmado ante los desvíos producidos en la teoría y en la práctica de algunos posfreudianos y Laplanche postula actualmente un retorno sobre Freud, un trabajo sobre la obra de Freud, en su fecundidad y también en sus tensiones internas; de la misma forma podría plantearse la necesidad de un retorno permanente (más no una repetición esterilizada y ecolálica basada en dogmas sobre los cuales legitimarse) a los textos fundantes del psicoanálisis.
Considero a Françoise Dolto como una analista que sin duda funda un campo, sobre todo dentro del análisis de niños. Tal vez su personalidad la puso a salvo de devenir figura central de algún movimiento o escuela o corriente dentro del psicoanálisis. Aun así sus consideraciones marcaron a toda una generación de analistas apresados en la rigidez en que el, inicialmente, revolucionario análisis kleiniano había caído. Dolto imprime a la clínica aires de renovación, de creatividad. Si algo la caracteriza es el profundo respeto por la palabra y por el sufrimiento del niño.
El prefacio que Dolto escribe el libro de Maud Mannoni es casi una declaración de principios clínica y teórica. Allí plantea Dolto que la especificidad del psicoanalista es su escucha, caracterizada por su receptividad hacia la palabra que, vía transferencia, se le dirige. El psicoanalista entonces, nos dice Dolto, no da la razón ni la niega, sin juzgar, escucha. La posición del analista tendrá que ver con una búsqueda de la verdad singular de cada sujeto, más allá de los acontecimientos, aunque no sin ellos. De esta forma, el psicoanálisis no busca otra cosa que la restauración de esa verdad propia de cada uno.
En el prólogo al que hicimos alusión Dolto señala que
El niño o el adolescente se convierten en portavoces de sus padres. De este modo, los síntomas de impotencia que el niño manifiesta constituyen un reflejo de sus propias angustias y procesos de reacción frente a la angustia de sus padres (…) La exacerbación o la extinción de los deseos, activos o pasivos, de la libido (oral, anal o pregenital edípica) o la simbolización del niño de sus pulsiones endógenas, son la respuesta a los deseos reprimidos de padres insatisfechos en su vida conyugal o social, y que esperan de los niños la curación o la comprensión de su sentimiento de fracaso.
Al respecto se pregunta Maud Mannoni ¿Qué hay de no comunicable en palabras que se fije en un síntoma? La cita anterior constituye una verdadera toma de posición acerca de cómo pensar el síntoma en la infancia y –más allá del síntoma- hay en la cita todo un modelo acerca de la constitución subjetiva. En este punto deseo detenerme. Estamos ante un punto de ruptura frente lo que podríamos llamar, siguiendo a Mario Waserman , el “clasicismo kleiniano”. Si en éste último, la patología está fuertemente determinada por lo pulsional, por el monto de sadismo proyectado en los objetos independientemente de las características reales y del psiquismo del objeto; en el planteo tanto de Dolto como de Mannoni, en principio , la patología del niño está determinada por el lugar que éste ocupa en el deseo de los padres –inicialmente en el deseo materno. Si la estructura y el significante, así como también el deseo de los padres, preexisten al niño será de máxima importancia el lugar que desde allí se asigna al niño. Es decir ¿Qué lugar ocupa el niño en el inconsciente de los padres? El lugar que el niño ocupe estará determinado por el modo en que los padres han atravesado su propio Edipo. Se trata verdaderamente de una herencia simbólica. Desde este punto de vista, todo ser humano –nos dice Dolto- está atravesado por la relación que tiene con sus padres, por el a priori simbólico que hereda en el momento de su nacimiento . Esto en la clínica implica pensar desde qué lugar es esperado un niño por sus padres: desde el lugar de su majestad el bebé, es decir, aquel que cuenta con la misión de restituirles a los padres su propio narcisismo infantil herido , hasta aquel niño que debe ocupar el lugar, por la vía de la identificación, de un hermanito muerto, o sea aquel que captura la libido materna; la lista de ejemplos y posibilidades sería interminable.
El síntoma de un niño es, a menudo, una manera de decir -lo indecible. Apelación al Otro mediante la cual se intenta una salida a una situación en donde algo de la transmisión de la ley se ve dificultado. En muchos casos el síntoma del niño es producido a partir de un agujero representacional en las generaciones anteriores. Algo de lo no tramitado simbólicamente en los padres -a veces el drama se remonta hasta los abuelos- se actualiza en el síntoma del niño. Cara real del síntoma jugándose en un más allá de la historia del niño.
Teniendo en cuenta esto Dolto nos dice que aquellas situaciones en las que un niño sirve de prótesis a alguno de los padres resultan en un compañerismo patógeno, lo mismo que aquellas otras en que el niño queda ocupando el lugar de padre de alguno de sus padres.
Plantea Dolto que la mentira en relación al origen tiene un papel desestructurante en la vida psíquica del niño. Se puede elaborar una verdad, por más dolorosa que esta sea, pero no se puede elaborar un hueco, aquel que deja lo no dicho de la historia del niño, o de la historia de los que lo antecedieron. Dice Dolto: “Todas las palabras neurotizantes se originan en la mentiras que impiden que los hechos reales hagan surgir los frutos de la aceptación, a partir de la situación real”
A partir de las ideas de Dolto, y también de Maud Mannoni, es posible pensar que alrededor del síntoma del niño, elaborado a partir de lo no decible ni por el adulto ni por el niño, se escucha un coro de voces: la de los padres, la de los diagnósticos de la medicina, la de la escuela . La tarea del analista pasa por devolver al niño su propia palabra, restituir la posibilidad de hablar en nombre propio desabrochándolo de otros decires que hablan por él. De esta forma, en su Seminario de psicoanálisis de niños, en relación a la función de la palabra, Dolto plantea que “Es asombroso el esclarecimiento que sobreviene cuando se dice en la verdad; las pruebas, tal y como son, son también dichas y asumidas” Por su parte, Maud Mannoni precisa que la aventura analítica no tiene otro fin más que el de abrir para el sujeto las vías de un acceso a un saber, que es el suyo, pero que le ha sido sustraído; de esta forma, el analista no entrega un saber al paciente sino, más que nada, permite al sujeto dar sentido a su propia palabra, palabra que ha sido amordazada por la mentira y el desconocimiento. El análisis apunta entonces a permitir que el niño pueda asumir su propia historia.
Un testimonio de la práctica de Françoise Dolto
Considero oportuno en este punto, un acercamiento a la práctica de Françoise Dolto, para ello tomaré un artículo de Juan David Nasio . En el mencionado artículo Nasio comenta que ha tenido el privilegio de asistir y participar a la consulta que Françoise Dolto realizaba en una salita de la calle Cujas, en París. En 1985, después de treinta años de dirigir su consulta en el Hospital Trousseau, Dolto decide reanudar este trabajo clínico, pero exclusivamente con niños huérfanos alojados en una guardería. Tenemos de la propia Dolto un testimonio de su práctica hospitalaria expuesta al principio de El caso Dominique . Tomamos las palabras de Dolto:
He pensado siempre que la asistencia de otros psicoanalistas al trabajo terapéutico podía ser de un interés considerable (…) iluminarnos en cuanto a nuestra orientación, que encuentra su sentido en una escucha más afinada y el mayor respeto por todo lo que el analizado expresa de su inconsciente. (…) En mi consulta hospitalaria me di cuenta que este modo de trabajo (con testigos) no estorbaba al sujeto en psicoterapia conmigo sino cuando la presencia de los asistentes me estorbaban a mi misma en la espontaneidad de mi atención y mi receptividad.
Señala Nasio que “Los pequeños pacientes son recibidos por F. Dolto dos veces por mes. Las curas, en general bastante cortas, se prolongan a veces durante uno o dos años” Agrega Nasio que cuando estos niños, a la espera de una familia adoptiva encuentran un hogar, la continuidad de la terapia depende del deseo de los padres adoptivos.
Lo particular, la idea inédita de Dolto, comenta Nasio es haber introducido en el interior de las curas con estos niños la participación activa, como co-terapeutas, de un grupo de analistas (cabe aclarar que estos analistas no necesariamente son psicoanalistas “de niños”)
Nasio realiza una descripción muy viva de la salita en la que trabajaban. Vale la pena citarlo:
Encontrábamos ahí una mesa con tres sillas alrededor: la de la señora Dolto, la del niño y, al lado, la reservada al auxiliar de puericultura cuando estaba presente en la sesiones. Pocos metros a la derecha de la mesa, en semicírculo, se instalaban los psicoanalistas-oyentes, dispuestos de tal manera que ninguna de sus sillas estuviese situada detrás del niño
El grupo de analistas no constituye un grupo de observadores pasivos sino que actúan como participantes casi siempre activos, con una implicación viva y transferencial, en la sesión y en la cura que se está llevando a cabo. Activos también cuando el niño se dirige a alguno de los analistas del grupo o al grupo en su totalidad. Dice Nasio: “En el momento de entrar y salir, el pequeño paciente saludaba a todo el mundo y nosotros le respondíamos. También podía suceder que, a pedido de Françoise Dolto, cantáramos a coro una cancioncita como “Au clair de la lune”. A veces sólo debían cantar los hombres y otras veces todas las voces se mezclaban al unísono”
¿Evoca tal vez el coro en la consulta de la señora Dolto la función que tiene en la tragedia de Edipo? ¿Cabe al coro la función de nombrar, mediante una cancioncilla, la realidad del inconsciente del niño? El grupo de analistas representa para el paciente un nuevo espacio social que forma parte de la sesión, verdaderamente original en la vida del niño. El encuadre de la consulta, describe Nasio, incluye una sala de espera en la que hay dos sillas de niños, un baúl que contiene muñecos y peluches. Entre sesiones hay una pausa en la cual los analistas intercambian sus impresiones acerca de la sesión que ha tenido lugar con la señora Dolto.
Nasio nos relata la experiencia de su participación en estas sesiones:
Yo tenía la costumbre de sentarme en la primera silla situada exactamente a la altura de la mesa. Esto me ofrecía un punto de vista tal que la mesa pasaba a ser a mis ojos el terreno sobre el cual se desarrollaba la extraña partida de una sesión analítica, el lugar donde se decidía la relación del psicoanalista con el niño. Había puestos sobre la mesa diferentes objetos que me interesa detallar. Una caja conteniendo pasta para modelar, hojas de papel, un estuche de marcadores gruesos, una vieja caja de bizcochos llena de pequeños juguetes diversos (un soldado, un pato, un barco, etc. ), y en particular: una regla de madera, y unas pequeñas tijeras, un verdadero manojo de llaves, una cadenita, dos cuchillitos, uno de manteca para el modelado y el otro más cortante, un espejito, un silbato y lápices de colores de mina siempre rota que Françoise Dolto solía afinar con el cortaplumas que sacaba de su cartera. Con este gesto de afinar el lápiz, indicaba al niño que cada cual debía ocuparse de la tarea que le correspondía.
Me permito la extensión de la cita, ya que con su descripción Nasio nos “mete” sin dudas en la atmósfera de la consulta de Dolto, a la vez que nos da un hermoso testimonio de la manera de conducirse que tenía en el contacto con el niño. Sin duda, Dolto, ser especial, sabía jugar. Algo, o mucho, de ella evoca esa valiosa idea de Winnicott según la cual para ser analista hay que saber jugar. Nasio alude al modo particular de Dolto para centrar su escucha, escucha apoyada en un deseo firme y poderoso: el de hablar a los seres humanos. Cuando ella hablaba, sigue Nasio, su voz adquiría una entonación inimitable, la voz de Dolto: “Cuando se dirigía a un niño o cuando nos relataba casos clínicos, hablaba poniendo espontáneamente en escena los diferentes personajes de la historia.”
Discusión
Sin dudas el poder pensar el lugar que un niño ocupa en el deseo de los padres, en el psiquismo de los padres ha posibilitado una apertura en el psicoanálisis con niños. No había lugar en Klein para esta pregunta; tampoco parece haberla habido en Anna Freud. El síntoma del niño como un modo de decir lo no dicho de una historia anterior. El síntoma del niño como aquello que devela, al mismo tiempo que enmascara, lo no tramitado en la historia de los padres. Es el niño con su síntoma quien advierte a todos que el rey está desnudo . Si la familia es el marco en el cual tanto el niño como su síntoma se constituyen es una consecuencia lógica de esto que la clínica que se deriva de ello incluya un trabajo con los padres que no se limita a la colaboración en el pago de sesiones y en el trabajo sobre los problemas de encuadre, como en la más clásica línea kleiniana. Si el síntoma responde a un no dicho, será necesario un espacio en donde los padres puedan verbalizar aquello silenciado de su historia, esto tendrá un efecto simbolizante y ordenador para el niño.
Una de las críticas que se realiza a estos planteos tiene que ver con que si el síntoma es respuesta del niño al inconsciente materno, o de los padres, se borraría la especificidad del inconsciente del niño y la idea de conflicto intrapsíquico en la causación del síntoma. Más aún: extremando este planteo, el psicoanálisis de niños no tendría razón de ser, en tanto lo que habría que trabajar es el inconsciente materno . Veamos algunas de estas expresiones: Dice Silvia Bleichmar : “Es a partir de la liquidación de la idea de conflicto: conflicto intrapsíquico, intersistémico –y de la relación que éste guarda con la represión y el inconsciente- por donde se ha erradicado en el psicoanálisis de niños al psicoanálisis mismo” La afirmación sin duda es fuerte. Silvia Bleichmar precisa además que se opera una subsumisión del inconsciente del niño en el deseo materno, lo que hace que en la teoría y en la clínica el inconsciente de éste último quede borrado, pierda su especificidad y no participe en la producción del síntoma:
Lo que queda sujeto a caución en la fórmula de Maud Mannoni es la subsumisión del inconsciente como objeto del campo analítico (…) Pero posiblemente la cuestión más riesgosa, la que arrastró impasses más severas fue la concepción que propiciaba, como en una inversión simétrica, que el deseo de la madre con relación al hijo –entendido como totalidad fálico-narcisista- sometía sin más trámite a éste a una respuesta sintomal (…) El niño , falo de la madre, síntoma de la madre o de la pareja familiar, o realizando el objeto del fantasma materno, no es más que una mónada carente de inconsciente
Tomemos al respecto las palabras de la misma Mannoni : “He dejado de entender que el niño enfermo es un síntoma de sus padres. Ahora me parece evidente que esa no es la única hipótesis , que hay una gama de situaciones varias. Escuchemos a su vez, a la misma Dolto : “Hay psicoanalistas para quienes el recién nacido y el niño pequeño no son significantes sino del deseo de sus padres, al menos eso he comprendido. Por mi parte, si bien pienso que el deseo de los padres induce a su niño por efecto de lenguaje, pienso también que todo ser humano es por sí mismo, desde su origen, en el momento de su concepción, fuente autónoma de deseo.
Creemos que la cita de Dolto coloca las cosas en una justa dimensión. En ocasiones los analistas extreman sus posiciones, posiciones que quizás deban ser relativizadas. Por nuestra parte consideramos que el deseo de los padres cumple un rol determinante, no sólo en lo tocante a la patología del niño sino también para su salud y estructuración psíquicas. De la misma forma, consideramos que el niño no es mero objeto pasivo del deseo materno sino que el niño es activo en relación a su propia producción fantasmática. El deseo materno opera, pero también opera la metabolización –por tomar un término de Laplanche- que el niño hace de dicho deseo, de acuerdo a su propia realidad psíquica. Esto es lo que permite que el análisis opere esa valiosísima posibilidad de asumir una historia en nombre propio.
A partir de las consideraciones de Dolto y Mannoni, es posible pensar al síntoma del niño como un efecto demorado del trauma. Disloque de la prehistoria anclado en el síntoma, el cual comporta la actualización de lo que ha quedado latente en los padres a la espera de un anudamiento. Más precisamente: podría pensarse que lo que es un acontecimiento en la tercera generación, será rasgo de carácter en los padres - o sea satisfacción pulsional por fuera de la represión y su retorno - cuyo efecto de retorno será síntoma en el niño. Síntoma alrededor del cual, generalmente suena una polifonía de voces, que en un doble movimiento re-velan una verdad histórica.
Suenan otras voces. Se superponen a este niño - aquel por quien se consulta - otros niños, sus lamentos, sus deseos - infantiles - activados por el niño en cuestión. ¿cuál es el niño en cuestión? Re-edición del narcisismo de los padres.
No está de más preguntarse, en relación al síntoma de un niño ¿qué es lo que allí se satisface? ¿Cuál es el beneficio? ¿Qué posición ocupa en él discurso parental? ¿Cuál es la fantasmática parental en juego y qué posición ocupa el niño en relación a esta? ¿Cuál es el "orden" que el niño con su síntoma subvierte y sostiene al mismo tiempo?
Bibliografía consultada
1- Bleichmar, Silvia, Aperturas para una técnica en psicoanálisis de niños, en Trabajo del psicoanálisis, Buenos Aires, 1990, p. 43
2- Dolto, Francoise, Prólogo de La primera entrevista con el psicoanalista, Manonni, Maud, Gedisa, Barcelona, 1994.
3- -------------------- Seminario de psicoanálisis de niños 3, Siglo XXI, México, 1991, p. 154
4- -------------------- El caso Dominique, Siglo XXI, México, 1999, p.7
5- Nasio, Juan David, La clínica de Francoise Dolto. Un testimonio, en Revista Zona Erógena N| 43, Buenos Aires, 1999
6- Mannoni, Maud, La primera entrevista con el psicoanalista, Gedisa, Barcelona, 1994
7- ------------------- Reportaje a Maud Mannoni. Niñez e institución, en Revista Zona Erógena N°10, Buenos Aires, 1992, p. 17
8- ------------------- Lo que falta en la verdad para ser dicha, Nueva Visión, Buenos Aires, 1991, p. 33
9- Waserman, Mario, Espacio de Seminarios. Buscando nuestra posición, en Postdata N° 1, Editorial Homo Sapiens, Buenos Aires, 1997, p. 50
Notas al pie
Mannoni, Maud, La primera entrevista con el psicoanalista, Gedisa, Barcelona, 1994.
Op. Cit. p. 15.
El resaltado me pertenece.
Op. Cit. p. 45
Waserman, Mario, Espacio de Seminarios. Buscando nuestra posición, en Postdata N° 1, Editorial Homo Sapiens, Buenos Aires, 1997, p. 50.
Veremos posteriormente que ambas autoras plantean ciertos matices.
Op. Cit. p. 29
Hay en Freud un antecedente sin dudas importante de las llamadas teorías transgeneracionales en psicoanálisis la idea del narcisismo infantil como re-edición del narcisismo de los padres es una muestra de ello. Se podría pensar también el entramado histórico postulado en Moisés y la religión monoteísta
Op. Cit. p. 29
Dice Maud Mannoni: “En cualquier caso, ponerse a la escucha del discurso colectivo es estar atento a lo que, en la enfermedad del niño, no es sino el síntoma de lo que no marcha en el medio que lo rodea” Mannoni, Maud, Lo que falta en la verdad para ser dicha, Nueva Visión, Buenos Aires, 1991, p. 33
Dolto, Francoise, Seminario de psicoanálisis de niños 3, Siglo XXI, México, 1991, p. 154
Mannoni, Maud, Lo que falta en la verdad para ser dicho, Nueva Visión, Buenos Aires, 1992, p. 10.
Nasio, Juan David, La clínica de Francoise Dolto, Un testimonio, en revista Zona Erógena N°43, Buenos Aires, 1999.
Dolto, francoise, El caso Dominique, Siglo XXI, México, 1999, p.7
Gurman, Isidoro, comunicación personal.
Idea, por ejemplo sostenida por Mario Waserman al afirmar que “Cuando llega la ruptura lacaniana se barre con todos los aportes de los desarrollos kleinianos. Se escucha sólo el discurso de los padres y la patología que esto provoca, y se deja de lado todo lo que tenga que ver con el chico. Op. Cit. p. 53. Nuevamente es una verda tal vez parcial, no es la impresión que uno tiene al recorrer por ejemplo las páginas del caso Dominique
Bleichmar, Silvia, Aperturas para una técnica en psicoanálisis de niños, en Trabajo del psicoanálisis, Buenos Aires, 1990, p. 43
Op. cit. pp. 44-61.
Mannoni, Maud, Reportaje a Maud Mannoni. Niñez e institución, en Revista Zona Erógena N°10, Buenos Aires, 1992, p. 17
El resaltado me pertence.
Dolto, francoise, El caso Dominique, Siglo XXI, México, 1999, pp. 196-197.
conrado zulianihttp://www.blogger.com/profile/13186287258782676317noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1218836856614134935.post-70738237839608101582012-06-02T18:26:00.000-07:002012-06-02T18:26:31.840-07:00Adicciones y Mal- estar en la cultura<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%;">Cómo soportar, se pregunta Freud, la errancia de la pulsión, la imposibilidad de encuentro pleno entre la pulsión y su objeto. Marca trágica de la sexualidad humana que re-vela –en un movimiento repetido- la imposibilidad de acceso total a aquello que se desea. El acceso a la cultura implicará entonces ciertas operaciones de renuncia pulsional –prohibición del incesto mediante- cuya consecuencia será –nos dice Freud- la infelicidad: Cito a Freud: “…nuestra llamada cultura llevaría gran parte de la culpa por la miseria que sufrimos, y podríamos ser mucho más felices si la abandonásemos para retornar a condiciones de vida más primitivas”. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>No hay entonces acceso a la cultura sin costo: La neurosis y el superyó serán el peaje necesario para este acceso. Entonces, podría pensarse a la neurosis como el mal- estar en el campo de la cultura. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%;">En <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El Malestar en la cultura</i> Freud menciona que para soportar la vida son imprescindibles los quitapenas, los lenitivos. Freud va a nombrar algunos: el arte, la religión, la filosofía, la neurosis, los tóxicos. Ante la renuncia pulsional el tóxico aparece, imaginariamente, como un velo capaz de restituir imaginariamente un goce perdido que ha devenido insoportable. Cito a Freud:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%;">“Tal como nos ha sido impuesta, la vida nos resulta demasiado pesada, nos depara excesivos sufrimientos, decepciones, empresas imposibles. Para soportarla, no podemos pasarnos sin lenitivos (…) Los hay quizás de tres especies: distracciones poderosas que nos hacen parecer pequeña nuestra miseria; satisfacciones sustitutas que la reducen, narcóticos que nos tornan insensibles a ella. Alguno cualquiera de estos remedios nos es imprescindible”.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></i></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%;">Y más adelante agrega:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%;">“El aislamiento voluntario, el alejamiento de los demás, es el método de protección más inmediato contra el sufrimiento susceptible de originarse en las relaciones humanas. Es claro que la felicidad alcanzable por tal camino no puede ser sino la quietud”.</span></i></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%;">Retomo la cita: la relación con el otro, el desear, implicará una dimensión en donde la ausencia de ese otro –en este sentido tanto fuente de placer como de dolor- no es controlable ni manejable. Es decir, establecer un vínculo con otro va a implicar siempre una relación con la ausencia de ese otro. Es difícil soportar que la mente del otro sea enigmática, inaccesible hasta cierto punto; es dificultoso soportar el misterio que significa la mente del otro. Siguiendo en este punto a Piera Aulagnier diría que hay en el sujeto placer por representar el deseo y al mismo tiempo deseo de no desear, de no representar, de abolir todo deseo y toda representación. Recordemos que en Freud el representar y el desear son consecuencia y efecto de la pérdida del objeto originario. La quietud, el repliegue narcisista estarían del lado de un intento –mortífero- de acallar el ruido producido por Eros. Si, a partir del veinte, la pulsión de muerte se presenta como fuerza desligante –tanto de las representaciones como de los vínculos eróticos con el objeto- la clínica actual muestra variadas formas de repliegue narcisista en donde lo que prima es la ilusión de abolir toda distancia con el objeto o desinvestimentos objetales, abolición del otro cuyo efecto paradójico es que se pierde una de las dimensiones esenciales de lo humano. Dice Freud en el Malestar en la cultura <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Jamás nos hallamos tan a merced del sufrimiento como cuando amamos; jamás somos tan desamparadamente infelices como cuando hemos perdido el objeto amado a su amor”.</i> Entre los ideales propuestos por la cultura está aquel que propone –según la expresión de Emiliano Galende- una “subjetividad sin tragedia”. Renegación mediante, se intenta abolir todas aquellas manifestaciones de la condición trágica del ser humano, la supresión de la alteridad, de la diferencia. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Sería una de las líneas a pensar en relación al tema de la adicción.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%;">Soportar entonces la vida conlleva a la pregunta de cómo hacer tolerable la ausencia del objeto y, en todo caso, de qué forma de ausencia se trata en un sujeto y con qué recursos cuenta. Sabemos que en la neurosis el recurso es la representación, el sueño, la fantasía e, inclusive, el síntoma. El objeto ausente es representable porque ha habido una introyección del mismo, se puede evocar al objeto ausente por medio del recuerdo, de la representación. Está, entonces, el recurso de la representación que podríamos situar en una secuencia que va de la primera experiencia de satisfacción, al fort-da, a la perdida de los objetos parciales de la pulsión, a la castración. Pérdidas a atravesar y que tienen un valor estructurante, intermediada por tiempos lógicos y cronológicos. (que en esto son importantes)</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%;">Si en la neurosis la pérdida se juega, más que nada, al modo de la castración; en las estructuras más de borde la pérdida es vacio, abismo sin límites y las angustias se juegan alrededor de la intrusión o la separación. Verdadero pasaje de la abstinencia de goce, de la carencia de goce inherente a la prohibición del incesto, al vacío, más que nada, vacío de representación que deviene en terror. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%;">La pulsión no mediatizada por representantes su ubica del lado de lo tóxico, lo traumático, el modelo es el acto, más que el sueño. Joyce McDougall habla de acto-síntoma para describir estados en los cuales cantidades de energía no metabolizadas deben ser descargadas mediante ciertos actos que aparecen en lugar de lo que debería haber sido una representación mental, una elaboración psíquica. Para usar una expresión de ella, la salida adictiva, -como técnica de supervivencia- tiene que ver con el lugar y la función que un objeto tiene en la economía psíquica del sujeto. En este sentido, cualquier objeto u actividad puede cumplir una función adictiva: relaciones de pareja donde el otro funciona como objeto de necesidad narcisista, compras, comida, internet, el psicoanálisis mismo: Puestas en acto donde ilusoriamente se borra una ausencia y se maneja imaginaria y mágicamente la presencia y la ausencia del objeto. Actividades de descarga cercanas al funcionamiento psíquico de un bebé. Dice Mc Dougall: “un infans (sin palabras) al no tener acceso al uso del pensamiento verbal está empujado a responder desde la acción dirigida a descargar la experiencia de dolor y a comunicar su estado de necesidad”.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%;">Winnicott hablaba, en relación al vínculo inicial madre-bebé de una “preocupación maternal primaria” que consiste en que la medre está en un estado mental de identificación <i style="mso-bidi-font-style: normal;">casi</i> total con las necesidades de su bebé. Aquí es importante el “casi” porque deja un resto, una distancia que opera como una potencialidad simbólica. Esta identificación con las necesidades vitales y psíquicas del bebé permite realizar las actividades de sostén. En este sentido, la madre suficientemente buena, no perfecta –ya que esa sería una madre psicotizante- es la que puede dar sostén con su presencia simbolizante y también puede ausentarse. Hay madres que no soportan ausentarse, dejarse sustituir, dejar espacios de ausencia para ser pensadas: se instala precozmente una relación adictiva, por parte del niño, a la presencia materna y a sus cuidados. Hay entonces un fracaso, por exceso de presencia, en instalar intrapsíquicamente la representación del objeto materno: esto deriva en una dificultad en identificarse con dichas representaciones internas que permiten contener las experiencias afectivas, autocalmarse en momentos de tensión, de angustia, externa o interna. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%;">El fracaso del recurso a la representación lleva entonces a intentos, siempre fallidos, de cancelación tóxica del dolor mediante un objeto externo. Objetos que dispersan el afecto mediante la dependencia, el intercambio agresivo o el contacto sexual compulsivo. La actividad adictiva viene como suplencia del objeto transicional que no se ha llegado a construir, deslizamiento desde el objeto transicional a los objetos “transitorios”, al decir de McDougall. Lo compulsivo entonces es testimonio del fracaso en la ligazón de la pulsión, intento autocuración de ciertos estados psíquicos que cabría agrupar en:</span></div><div class="MsoListParagraphCxSpFirst" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-list: Ignore;">a-<span style="font: 7pt "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%;">angustias neuróticas</span></div><div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-list: Ignore;">b-<span style="font: 7pt "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%;">angustias paranoides y estados depresivos severos</span></div><div class="MsoListParagraphCxSpLast" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-list: Ignore;">c-<span style="font: 7pt "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%;">angustias psicóticas.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%;">En los tres estados subyace un terror al vacio que amenaza la identidad subjetiva. De allí que, no en pocas ocasiones, “adicto” funcione como una especie de tarjeta de presentación que hace a una suerte de suplencia a algo del nombre propio que no se ha llegado a constituir. Prótesis de una identificación fallida en donde el “soy” adicto revela algo de la dimensión del ser, de la pseudo consistencia yoica, del déficit o del exceso de presencia materna que siempre tendrá algo de maligno. Uno de los problemas es que la demanda de análisis no se puede instalar sólo en nombre de la “toxicomanía”. Es necesaria una interrogación por parte del sujeto de la posición que ocupa en relación a su sufrimiento. Es responsabilidad del analista no hacer más consistente esta ortopedia identificatoria con la cual el sujeto se presenta.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%;">Señala Fernando Gueverovich que “el hecho de que nuestro tiempo sea testigo de una mutación de lo simbólico puede observarse especialmente en la evolución de la jerga popular en el sentido de una des-metaforización: las estructuras “con síntomas” (neurosis, psicosis, perversiones) portadoras de sentido, de metáforas, se verían progresivamente reemplazadas por estructuras “con prótesis”: bulimia, anorexia, adicciones, depresión esencial, es decir, caída del tono afectivo”. La adicción, la bulimia, la anorexia efectúan este pasaje del síntoma a la prótesis, del sueño al acto. Es interesante destacar el hecho de que Freud realiza el pasaje inverso en su devenir analista: de la cocaína al sueño.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%;">Es posible demarcar dos vías adictivas: aquella en la que la adicción aparece como un intento de acotar una presencia materna cuyo exceso impide la pérdida de goce necesaria para producir el trabajo de los representantes y del deseo y aquella otra en que lo adictivo aparece haciendo suplencia de ciertos déficits en la función materna: en este último sentido Alan Fine menciona que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“la adicción estará allí para llenar ese defecto, incluso la brecha pulsional y narcisista del yo, para llenar también las angustias arcaicas surgidas de un hostigamiento ilusorio”</i> Riesgo de invasión por parte de la pulsión de muerte, de lo traumático que, en una repetición al infinito es testimonio del fracaso en la simbolización. Dice Héctor López: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Además de desdeñar una teoría que coloque como causa a lo cultural y social, Freud, pareciera indicar que la intoxicación es el efecto de una incapacidad para establecer una mediación entre el sujeto y el objeto, función que generalmente otorga a la fantasía”</i> Fantasía, sueño, como modos de tramitación pulsional parecen estar narcotizados o no constituidos como recursos en la adicción. Esto lleva a López a afirmar que la adicción es una dimensión que no funciona según la lógica del significante, sino según la indecibilidad de lo real: Cito a Héctor López: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Si el sujeto, para interponer el nivel fantasmático ante lo real del goce, recurre a la droga, es porque algo falla en la organización de la fantasía…”. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span></i>Patologías del acto que aparecen como figuración fallida de lo no pensable. El tóxico funciona como una barrera frente al dolor, dolor que deviene impensable, improcesable, innombrable y sólo puede ser puesto en acto. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Julia Kristeva afirma que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“…en la medida en que es pensado-escrito-representado, este goce es un atravesamiento del mal, razón por la cual constituye, quizás la manera más profunda de evitar ese mal que sería…el cese de la representación y de la interrogación”</i></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%; mso-fareast-font-family: Calibri;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>He tenido una experiencia de trabajo con pacientes adictos internados en modalidad de comunidad terapéutica, allí es posible observar que, en general, estos pacientes presentan aspectos muy transgresivos. Por ejemplo, todas las reglas de la institución son frecuentemente burladas; en las historias personales generalmente se encuentran deprivaciones –en el sentido de Winnicott- junto con ausencia de registro de la ley o un sistemático ataque a ésta. El tóxico funciona inicialmente como un objeto idealizado y posteriormente como un objeto muy persecutorio, la lógica de pensamiento persistente es esquizo-paranoide; independientemente de que el consumo haya sido abandonado. La relación con el tóxico, el modo del tratamiento del dolor donde aparece como impuesta una cancelación tóxica del mismo (a falta de otros recursos) siempre tiene algo de tiránica. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%; mso-fareast-font-family: Calibri;">Resulta también un fenómeno interesante el hecho de que la institución, muy frecuentemente, “reproduce” en su discurso y funcionamiento este mismo modo de pensamiento: la droga como “mal”, como “flagelo” son muestras del maniqueísmo enquistado como patología institucional. Es parte del lugar del analista no hablar en nombre del “bien” sino interrogar las condiciones de producción<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>de los fenómenos de la subjetividad promoviendo un cambio de posición en el sujeto.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%; mso-fareast-font-family: Calibri;">La abstinencia del paciente es un tema controversial en el llamado “tratamiento de las adicciones” (y esta manera forma coloquial denuncia una encerrona, un obstáculo en tanto como analistas hay el riesgo de reproducir el borramiento del sujeto operado por el tóxico: el riesgo de que adicto borre a sujeto, es decir, no tratamos adictos o adicciones, tratamos sujetos, apostamos –inclaudicablemente, al sujeto). ¿Exigir la abstinencia como condición del encuadre? ¿Es la abstinencia exigida al paciente una oscilación entre la posición analítica y la posición médica? ¿Se puede exigir al sujeto que prescinda del tóxico cuando no hay recursos –por el momento- para realizar una sustitución por la vía significante? En ocasiones la prohibición dictada por un terapeuta o una institución puede ser entendida por el sujeto como un sacrificio que empuja a pasar al acto. ¿Hay una clínica de las adicciones o con las adicciones? La clínica con sujetos que sostienen una adicción, como toda clínica cuyo marco es la urgencia, coloca al analista frente a una encrucijada. La de su propia abstinencia. Abstinencia que es su máxima implicación, abstinencia que no es neutralidad sino apuesta a producir un espacio de simbolización. Es necesaria la confianza en el método sin desmentir sus límites, confianza en el método es no actuar como bombero, ni normalizador, ni salvador de almas. Le Poulichet nos pone sobre aviso: la adicción propicia una prisa por concluir rellenando los inquietantes huecos que denuncia en nuestro saber y en nuestro hacer y en nuestro saber-hacer.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Y la adicción propicia también una tentación de curar y de salvar a un paciente, técnica activa mediante. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En este punto Le Poulichet nos dice que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“…parece escencial que el analista pueda situarse de tal modo que no está en posición de prohibir ni prescribir nada, y el paciente regle por sí mismo su elección frente a la cura: que en todos los casos ésta sea asunto de él”</i>; en este sentido lo único que un analista puede demandar es que un trabajo sea posible, que el paciente se organice para estar en condiciones de hablar de sí mismo en las sesiones.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%; mso-fareast-font-family: Calibri;">Por el lado de la clínica:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%; mso-fareast-font-family: Calibri;">Durante un par de años trabajé en una institución de las llamadas “para adictos”. Parte de mi trabajo consistía en “hacer guardias”, la palabra, ahora que la escribo- y retroactivamente- me hace pensar en toda una posición a delimitar: podría haber titulado este trabajo “Sobre la función de un analista en posición de guardia” –cosa que en aquel tiempo, tiempo de mis comienzos en la práctica, me interrogaba mucho. Se me ocurre pensar que, más que en guardia al estilo policíaco –cosa que abunda en las comunidades terapéuticas- la función de “un” analista de guardia tiene que ver no con el funcionamiento del superyó sino con ser guardia de una apuesta por la producción simbólica, historizante. Si, tal como decía Freud el sueño es el guardián del dormir, el analista es el guardián del trabajo elaborativo, trabajo que tendría que tender –en los intersticios que deja todo sistema institucional- a instaurar un espacio de producción significante. Es muy difícil trasladar el dispositivo analítico a la institución. En las instituciones a veces hay que intervenir en los pasillos, en los baños, en la mesa durante el desayuno. Pero no es lo mismo que estas intervenciones –en los márgenes, marginales- las haga un enfermero, un médico, un juez o que las haga un analista. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 200%; mso-fareast-font-family: Calibri;">No hay cuadros de Freud en las comunidades terapéuticas, mucho menos divanes. Pero, a veces hay analistas, que el diván lo tienen en la cabeza, porque han introyectado la función analítica. Darle lugar al otro, aunque por el momento no haya palabras, y mejor no forzar las palabras cuando no las hay. Hay que tener muy en cuenta que caer del otro no sólo es terrorífico, sino peligroso. Entonces, ya sea en un consultorio privado o en una institución esta posición creo que es imprescindible: poder darle lugar al sujeto. Desde el deseo de escucharlo y no de educarlo, medicalizarlo o castigarlo. La apuesta es dar un espacio donde una simbolización posible pueda advenir.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><br />
</div>conrado zulianihttp://www.blogger.com/profile/13186287258782676317noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1218836856614134935.post-616657668186173522012-05-02T05:17:00.000-07:002012-05-02T05:17:51.006-07:00Acerca de lo marginal<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Lo marginal es aquello<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>que hace a la estofa del psicoanálisis. En mis lecturas prefiero la escritura al margen que la monotonía del resumen. Prefiero lo disperso de la nota con grafía apresurada que se escribe a un costado de la hoja que la seguridad de la síntesis, esa especie de burocracia intelectual que termina por reducir el texto y volverlo ecolálico.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;">De esta forma, en la clínica, vamos transitando por los detalles, lo marginal del detalle, ese desliz al hablar, esa homofonía que produce cambios de vía en la intención consciente del decir, ese elemento <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>absurdo del sueño, que no encaja, esta tos, ese carraspeo al hablar, esas filigranas del inconsciente.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Escena psíquica marginal, la del inconsciente, esa otra escena donde todo transcurre sin tiempo, sin contradicción, en una lógica otra que la de la consciencia, imperceptible, salvo por sus rastros. Cada vez tiendo más a pensar que el trabajo del analista como un oficio más que como una profesión.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Tal vez, uno de los oficios más extraños, donde a aquel que sufre se lo conmina a hablar y decirlo todo. A su vez nos comprometemos a escuchar. Escuchamos los restos, eso que cae por fuera de la historia oficial, historias marginales. Soportamos el resto, trabajamos de soporte: soporte de la transferencia.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Freud no cede. Tiene una convicción, no la suelta. Sus textos, Freud (¿es separable Freud sujeto de su producción escrita?) no ceden, en dos sentidos: no ceden en sus palabras y, por otro lado, no ceden al paso del tiempo. Aguantan, todavía dicen mucho. Intentamos no ceder, no soltar, defender nuestro método, que no es otra cosa que nuestra posición abstinente.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Si el analista tiene un oficio entonces, no es otro que el del tropiezo: los tropiezos de la historia deseante, de los amores perdidos, de las palabras que caen y se levantan, de los traumatismos que no llegan a articularse, de los dolores ahogados. Lo irreductible del tropiezo humano que, trágicamente para unos y tragicómicamente para otros, denuncia que el deseo humano no es reductible a la necesidad.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><br />
</div>conrado zulianihttp://www.blogger.com/profile/13186287258782676317noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1218836856614134935.post-59821656799511105332011-11-06T07:10:00.000-08:002011-11-06T07:10:45.227-08:00Algunas notas sobre el espacio analítico<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 18pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Este escrito surge como un intento de puesta en cuestión, de continuar la impronta freudiana de permanente interrogación sobre aquello que define el quehacer del analista en su acto, de un permanente intento de dar cuenta de la implicación en aquello que sostenemos como práctica. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 18pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Un primer punto que nos interroga, y la cuestión no es nueva: ¿qué es lo que permite situar una determinada práctica como enmarcada dentro del psicoanálisis? Dicho de otro modo: ¿qué es lo que permite a alguien sostener que algo es psicoanálisis o no lo es? ¿Podría caracterizarse el psicoanálisis, por ejemplo, por el uso del diván? Al respecto, Juan David Nasio sugiere que lo indispensable para considerar una práctica como psicoanalítica es el acto inaugural en donde es enunciada la regla fundamental.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 18pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>La cuestión, entonces, insiste: ¿Qué caracteriza a determinado espacio como analítico, qué es lo propio del análisis? ¿La transferencia? ¿Es la frecuencia de sesiones semanales? Lo propio del análisis es el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Método</i> analítico: recordemos a Freud: el análisis es para él:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l3 level1 lfo4; tab-stops: list 36.0pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-list: Ignore;">1-<span style="font: 7pt "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="mso-ansi-language: ES;">un método de investigación para indagar los procesos anímicos inconscientes</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l3 level1 lfo4; tab-stops: list 36.0pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-list: Ignore;">2-<span style="font: 7pt "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="mso-ansi-language: ES;">una terapéutica</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l3 level1 lfo4; tab-stops: list 36.0pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-list: Ignore;">3-<span style="font: 7pt "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="mso-ansi-language: ES;">una teoría</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Notemos entonces, y la cuestión es firmemente resaltada por Laplanche, que lo que se ubica en primer lugar es la cuestión del método cuya implementación coincide con el punto 2. De allí que Freud sostuviera el lazo entre terapéutica e investigación.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 18pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 18pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Entonces se podría pensar: hay <i style="mso-bidi-font-style: normal;">potencialidad </i>de análisis a partir de que el analista enuncia la REGLA FUNDAMENTAL del método, a partir de que aquello que da sostén lógico al método es enunciado por alguien. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 18pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l1 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-list: Ignore;">-<span style="font: 7pt "Times New Roman";"> </span></span></span><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Sobre el uso del diván: ¿cuál es su lógica?</span></b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l2 level1 lfo2; tab-stops: list 36.0pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-list: Ignore;">a-<span style="font: 7pt "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="mso-ansi-language: ES;">al salirse el analista fuera del campo visual del paciente va a promover la emergencia de imágenes en el paciente, puesta en escena de otro tipo de representaciones a las verbales. Aunque, por supuesto, no sin ellas. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l2 level1 lfo2; tab-stops: list 36.0pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-list: Ignore;">b-<span style="font: 7pt "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="mso-ansi-language: ES;">Acotamiento de lo imaginario en provecho de una apuesta a la emergencia de lo simbólico, acotamiento de la pulsión escópica (tanto para el paciente como para el analista) que promueve el despliegue de la red asociativa (aunque no lo garantiza)</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Sostenemos la idea de que el pasaje de un paciente al diván no depende del tiempo cronológico dado por una determinada cantidad de entrevistas más o menos estipulado de antemano. Sino de un momento lógico en el que el analista lee principalmente tres cosas en el discurso del paciente:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo3; tab-stops: list 36.0pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-list: Ignore;">1-<span style="font: 7pt "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="mso-ansi-language: ES;">una pregunta del sujeto en relación al sufrimiento que lo atraviesa y a su implicación en el mismo</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo3; tab-stops: list 36.0pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-list: Ignore;">2-<span style="font: 7pt "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="mso-ansi-language: ES;">el deseo en el sujeto de analizarse</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo3; tab-stops: list 36.0pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-list: Ignore;">3-<span style="font: 7pt "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="mso-ansi-language: ES;">Un determinado movimiento subjetivo que ubica al analista como el otro de la transferencia, es decir del amor. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Esto implica que el pasaje de un paciente al diván no es un acto administrativo, es un acto simbólico, inaugural. ¿Es allí donde comienza el tratamiento? No necesariamente. El inicio del tratamiento es un momento lógico, tal vez, sólo situable a posteriori. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Sobre el tema del encuadre</span></b><span style="mso-ansi-language: ES;">: Sergio Rodríguez, psicoanalista argentino, presenta la idea de que encuadre es el discurso. Es una idea atractivaen tanto des- sacraliza, des- obsesiviza el encuadre, la aplicación burocrática y automática del mismo. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">A nuestro entender, el encuadre es marco del acto analítico, cubeta (usando el término propuesto por Laplanche) que va a instaurar las condiciones, aunque nuevamente no la garantía, de un espacio analítico: sobre éste decimos que es un espacio pulsional. Recordemos que Freud sostenía que el último término de la cadena asociativa son las mociones pulsionales, de ahí la lógica que sostiene el trabajo asociativo. Se trata, a nuestro entender, de propiciar que el paciente amplíe la red asociativa, tendiendo a un trabajo que toque lo pulsional. Si un trabajo “analítico” no toca las mociones pulsionales no puede ser considerado, a mi entender, como tal. Sabemos que la sobreabundancia de interpretaciones a veces, paradójicamente, “tapa” la boca al paciente, cristalizando síntomas, “engordando” o fijando una determinada formación sintomática. Creemos que el análisis no debe “hacer saber” nada en particular al paciente sino posibilitar que alguien se pregunte, se interrogue en relación a sus determinaciones deseantes. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Freud sostuvo siempre que el trabajo analítico debe realizarse en la superficie psíquica. Algunos de sus discípulos han entendido esta propuesta como un trabajo que parte de las resistencias hacia lo pulsional. A partir de la lectura de Lacan encontramos una propuesta diferente: el Inconsciente <i style="mso-bidi-font-style: normal;">está en la superficie</i>, no se trata de ninguna “profundidad” a alcanzar mediante la interpretación. Inclusive Freud se oponía a esto. El trabajo se realiza sobre el preconsciente. A partir de los hilos lógicos presentes en la red de asociaciones (pensar por ejemplo en las “gotas” de Dora) </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Freud no deja de alertar a los analistas sobre la tentación “curandis”, devenida en muchos casos, furor de interpretar directamente el “núcleo” patógeno, en términos de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Psicoterapia de la Histeria</i>. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En este momento notamos que, a partir del tema del encuadre y a la manera de deriva hemos arribado hacia cuestiones relativas a nuestra manera de pensar el proceso analítico. Sin duda creemos que no es una deriva casual sino comandada por el lugar que asignamos a la función del analista en relación con la posibilidad de instaurar un proceso. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Intentaremos retomar entonces la cuestión:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">¿De qué depende la instauración del espacio analítico? En primer lugar depende de los rehusamientos del analista, de lo que el analista rehúsa hacer, a saber:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Opinar</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Ordenar</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Interpretar de memoria</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Enseñar</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Discutir medios y fines de la realidad externa del sujeto</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Vemos entonces que con esta enumeración tocamos el tema de la abstinencia del analista, abstinencia que nos interesa distinguir de “neutralidad”. La abstinencia es inherente a la puesta en suspenso del saber teórico por parte del analista para dar lugar a la emergencia en el paciente de sus libretos fantasmáticos. Desde las recomendaciones de Freud y Lacan (quien en el Seminario III, por ejemplo, llama a los analistas a evitar “comprender”) hasta el “sin memoria y si deseo” de Bion (sin deseo de “curar” y sin “memoria” teórica) encontramos un hilo común que tiene que ver con el lugar al cual el analista es convocado. Lacan nos presenta una idea interesante: el analista paga caro por su acto en tanto su persona queda en el irremediablemente de lado. Idea a la que nos acerca también a su noción de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">deseo del analista.</i> </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">El encuadre no es otra cosa que un hecho de lenguaje posibilitador de un cierto despliegue del mundo fantasmático del sujeto analizante. Coordenadas que definirán allí una cierta posibilidad de circunscribir un espacio, a la manera de perímetro dentro del cual, como decíamos anteriormente va a instalarse, o no, un proceso posible.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 18pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br />
</div>conrado zulianihttp://www.blogger.com/profile/13186287258782676317noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1218836856614134935.post-1605531435175922742011-08-31T09:00:00.000-07:002011-08-31T09:00:18.341-07:00Libro Conrado ZulianiEsta nueva entrada es para comentarles que ha salido publicado mi libro <em>"Destinos de la simbolización: el fenómeno psicosomático". </em>Se puede conseguir, por ahora, en Amazon. Les dejo aquí en el blog un pequeño resúmen. Saludos, Conrado Zuliani.<br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span style="mso-ansi-language: ES;">El fenómeno psicosomático interroga al método psicoanalítico por situarse en el límite de lo interpretable y lo representable, frontera a su vez entre lo médico y lo psicoanalítico a partir de la cual se dibuja, tal vez, un trabajo posible. Fue también desde un límite que Freud se vio interrogado por los sueños de las neurosis traumáticas, interrogación que le permitió hacer <i style="mso-bidi-font-style: normal;">pensable</i> un principio de funcionamiento otro que el del placer, más allá del principio del placer en el cual la compulsión aparece como acto que intenta figurar, fallidamente, la mudez de la muerte.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Tal vez, la enfermedad “psicosomática” nos enfrente a un fenómeno en el que es posible pensar que el conflicto psíquico se borra produciendo, para decirlo rápidamente, una marca <i style="mso-bidi-font-style: normal;">directa</i> en el cuerpo real sin mediación imaginaria, entendiendo ésta última, en sentido amplio, como imágenes o representaciones de cosa y/o de palabras que en sus diferentes combinatorias y abrochamientos posibles constituyen la materia prima del mundo fantasmático, es decir, tomamos el sueño como modelo y la formaciones análogas a éste durante la vigilia, remarcando el hecho de que lo fantasmático es sostén y vehículo del deseo inconsciente y que su modo de satisfacción es la vía alucinatoria.</span></div>conrado zulianihttp://www.blogger.com/profile/13186287258782676317noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1218836856614134935.post-49074275392964015462011-06-17T10:04:00.000-07:002011-06-17T10:04:06.434-07:00Funes el memorioso. Un breve paseo por los laberintos de Borges.<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: Calibri;">Creo que si pudiera definir de alguna manera la literatura de Borges con una sola palabra, ésta sería: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">laberíntica. </i>Su lectura nos propone un tránsito por senderos que se bifurcan.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: Calibri;">Una lectura, un libro, son buenos cuando uno al terminarlos tiene la sensación de ser un poco más inteligente de lo que era -¿estoy plagiando con esta idea a J.B. Pontalis? Al respecto, podría establecer una comparación con los sueños: existen sueños que tienen la característica de que luego de soñarlos uno no es el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">mismo, </i>en tanto hacen marca, dejan huella –aquí sí, cito con seguridad y alivio mis fuentes: el hombre de los lobos, con Freud como testigo! A este riesgo (de ya no ser los mismos) nos acerca Borges.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: Calibri;">Funes: tiempo y memoria. El cuento abre la posibilidad de pensar, entre otras cosas, el tema de lo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">efímero. </i>El momento presente, un segundo más tarde debe, inexorablemente, anotarse a cuenta del pasado. Borges interroga la noción de tiempo, en tanto no hay forma ni idea cuyo destino no sea desaparecer.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: Calibri;">El cuento viene a decirnos, de una manera brillante, que aquello propio de lo humano es el olvido –intentaré retomar este punto más adelante. De esta manera, una memoria <i style="mso-bidi-font-style: normal;">infinita </i>caería por fuera del hombre y las coordenadas que lo<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>determinan como ser hablante. Es decir, estamos constituidos por memorias y olvidos. Cabría agregar entonces que el olvido es condición necesaria del recuerdo.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: Calibri;">La primera cuestión que me interesa plantear a modo de interrogante es si Funes “recuerda” o, más bien, “no puede olvidar”. En su caso ¿se trataría verdaderamente de recuerdos?</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: Calibri;">Diría, en principio, que Funes se encuentra aprisionado en un absurdo mortífero: la percepción no cae sino que se superpone a todas las percepciones posibles. Matemáticamente esto sería similar a una pura suma, sin resta posible. ¿Cuál sería en él, por otra parte, el destino de lo penoso, del dolor, de lo desagradable que cualquiera de nosotros dejaría sin más arrastrar al olvido?</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: Calibri;">Otra posibilidad es pensar que Funes recordando <i style="mso-bidi-font-style: normal;">todo </i>no hace otra cosa que recordar <i style="mso-bidi-font-style: normal;">nada. Porque nada en él puede regresar del olvido. </i>Entonces puede decirse que no habría recuerdo en el sentido del recuerdo que hace marca de una historia personal.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: Calibri;">Si todo es igualmente presente es dable pensar entonces que Funes “pierde el tiempo” en un doble sentido:</span></div><div class="MsoListParagraphCxSpFirst" style="margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-indent: -18pt;"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"><span style="mso-list: Ignore;"><span style="font-family: Calibri;">-</span><span style="font: 7pt "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="font-family: Calibri;">Pierde distancia cronológica entre pasado, presente y futuro. Lo temporal se ve de esta manera trastocado.</span></div><div class="MsoListParagraphCxSpLast" style="margin: 0cm 0cm 10pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-indent: -18pt;"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"><span style="mso-list: Ignore;"><span style="font-family: Calibri;">-</span><span style="font: 7pt "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="font-family: Calibri;">No tiene tiempo para otra cosa que para perderse en el recuerdo del recuerdo del recuerdo.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: Calibri;">Su existencia se nos presenta como verdaderamente insoportable. Tiene la insoportabilidad de lo traumático, de aquello que, por no olvidable, tampoco es susceptible de ser recordado. En semejantes condiciones el final del cuento se evidencia como destino certero, (y a partir de Freud sabemos que el destino, al devenir certeza, es una de las formas de lo siniestro!) aunque dadas las características, no del todo previsible. Sólo lo leemos como desenlace inevitable retroactivamente.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: Calibri;">Borges muestra que este <i style="mso-bidi-font-style: normal;">retrono </i>(dejo intencionalmente el error de dedo que invoca un deslizamiento desde el retorno al retrono, curiosa condensación entre trono y tronar, marcados por el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">re </i>de la repetición) <i style="mso-bidi-font-style: normal;">de lo idéntico </i>–si fuera posible- no sería más que (sí, nos ponemos tangueros) una herida absurda. Efecto siniestro similar al que produce la experiencia de no reconocer nuestro propio rostro en el espejo, o aquello que algunos autores denominan fenómeno “del doble”. Efecto que Borges presenta en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Uqbar </i>en torno a los espejos que se multiplican indefinidamente.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: Calibri;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">La diferencia y lo igual</i> nos son presentados por Borges a la manera de laberintos que conducen siempre a los mismos cruces, como espejos que reflejan a la vez lo mismo y lo otro.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: Calibri;">Borges, quien no podía mirar, podía sin embargo ver. Creo que tuvo la valentía de ver en los espejos del alma sin volverse loco.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: Calibri;">A modo de hipótesis podría conjeturarse que Funes, atrapado en un “espejo de recuerdos”, no habría sido capaz de escribir; en tanto toda escritura de una palabra implica dejar de escribir todas las otras palabras que podrían estar en lugar de la palabra que se escribió. Algo similar ocurre con la producción musical: sin <i style="mso-bidi-font-style: normal;">intervalos </i>–es decir, sin la distancia que media entre dos notas- y sin <i style="mso-bidi-font-style: normal;">silencios</i> no podría pensarse la existencia de, por ejemplo, una línea melódica o un acorde. Si la definición escolar dice que la música es el arte de combinar los sonidos, bien puede decirse, en cambio, que es el arte de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">combinar los silencios. </i>Lo que intento subrayar es que, al igual que el recuerdo y el olvido, rige en la música –y creo que en cualquier producción humana- una lógica de la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">alternancia.</i></span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: Calibri;">Para terminar agregaría que Pierre Menard bien podría ser Funes. No puede perder al Quijote de la misma manera que Funes no puede perder sus recuerdos. Al no poder perder a Cervantes no puede hacer otra cosa que reescribirlo. Aunque, a diferencia de Funes, tal vez Pierre Menard encuentra <i style="mso-bidi-font-style: normal;">lo mismo</i> en lo distinto.</span></div>conrado zulianihttp://www.blogger.com/profile/13186287258782676317noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1218836856614134935.post-75564943656111943042011-05-26T05:12:00.000-07:002011-05-26T05:12:06.945-07:00Freud. Uno que hace serie. Insistencia de lo paterno en psicoanálisis<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt;"> <span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin: 0cm 0cm 10pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>P</span><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 10pt;">ero que es un padre</span></i></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin: 0cm 0cm 10pt;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 10pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Sino alguien que insiste</span></i><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt;">. </span></i><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt;">Diego Colomba</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 115%;">Dos preguntas atraviesan el derrotero teórico freudiano; dos preguntas que no son una sin la otra: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">¿Qué es un padre? ¿Qué desea una mujer? </i>Si seguimos a Lacan, podremos decir que un padre es un nombre. Nombre del padre que sitúa al hijo en la cadena generacional operando como barrera contra el incesto. Función que, no sin vaivenes, asegura la inaccesibilidad a uno de los nombres del deseo femenino: el deseo de hijo que, como percibió Freud, es desplazamiento del deseo de pene. </span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 115%;">A veces digo, un poco en broma –con todo lo serio que éstas conllevan- que debemos la invención del psicoanálisis a la muerte de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">un </i>padre, el de Freud. ¿No es acaso <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La interpretación de los sueños, </i>en parte, la elaboración de un duelo por ese padre amado-odiado? Sin dudas es más que eso…pero…Siguiendo este argumento ¿Sería posible pensar la teoría como resto metonímico de un trabajo de duelo?</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 115%;">Antes de este texto, libro maravilloso que –no está de más recordar- vendió sólo unos pocos ejemplares (algo así como doscientos) en fechas de su publicación, Freud había tropezado con el deseo de la histérica. Las escenas fantasmáticas que descubre Freud tras los síntomas conversivos de aquellas damas vienesas muestran –dan a ver- un libreto en el que la niña es seducida por el padre. A estas alturas Breuer ya es un Sancho que huirá poco después espantado ante el deseo de Anna O. </span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 115%;">Tótem y Tabú. Articulación, serie, transmisión paterna sólo posibilitada en tanto un padre se presenta como muerto. Todos hablamos “en nombre de” algo…incluso, a veces, con viento a favor, hablamos en nombre propio. Nombre propio que no es sin el nombre del padre. Nombre del padre, es decir, del padre que habla en nombre de la castración. En primer lugar, la suya.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 115%;">Winnicott en correspondencia con Lacan, no sin Freud. No es cierto que el inglés, preocupado como estaba por los efectos del sostén materno, dejara del lado lo paterno: sostenía que el pasaje de la adolescencia a la edad adulta sólo es posible por sobre el cadáver de un adulto: muerte simbólica del padre que posibilita un pasaje, que no es sin culpa. Partida de ajedrez riesgosa en donde la caída del rey a veces es jugada en el plano real, acting mediante.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 115%;">Entonces, es a partir del padre que un espacio otro que el materno y un tiempo diferente al infantil pueden construirse. El famoso “ambiente facilitador” referido por Winnicott es algo así como el espacio transicional escrito en clave de adolescencia: a pesar de que Winnicott lo ligue especialmente a la dupla formada entre madre e hijo, primer hueco, hendidura a ser elaborada mediante la construcción del símbolo y del juego, no dejo de pensar que el ambiente facilitador es en el fondo un espacio padre. “Entre” paradojal a sostener en su ambigüedad en donde la capacidad de jugar del analista será sin duda puesta a prueba.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 115%;">Siguiendo una metáfora futbolera nos preguntamos permanentemente qué posición ocupamos en tanto analistas en el campo de juego. Si la transferencia asigna diferentes puestos imaginaria y simbólicamente al analista, al mismo tiempo, la asociación libre implica en sí misma una terceridad. Por otra parte, si la experiencia de la transferencia es aquello de un análisis que nunca se olvida, el analista insta al sujeto en análisis a hacerse cargo de un decir que no es sin consecuencias en tanto es transporte, vehículo, de su deseo; eso tampoco se olvida…</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 115%;">Si el obsesivo es el testimonio (semi) vivo de lo imposible del deseo humano, por su parte la histérica (¿siempre es “la” histérica, independientemente de su sexo biológico?) da muestras de la marca de insatisfacción del deseo: coartada paradójica en tanto se intenta mantener a resguardo como imposible aquello que por definición lo es. Mantener un resto allí donde lo terrorífico se presenta como posibilidad de ser apresado en un goce sin límites. El fantasma neurótico apunta al goce a condición de no obtenerlo. </span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 115%;">Sigo a Melman y digo que un padre no puede hacer nada mejor por sus hijos que hacer fracasar la relación sexual; a partir de allí la desproporción entre la satisfacción buscada y la obtenida será marca y testimonio del don paterno operando como cesión de castración al hijo. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Deuda del neurótico con el padre, imposible de ser saldada en el mismo lugar en donde se contrajo.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;"><br />
</div>conrado zulianihttp://www.blogger.com/profile/13186287258782676317noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1218836856614134935.post-88051595579765770202011-05-04T23:50:00.000-07:002011-05-04T23:50:40.971-07:00¿Por qué el psicoanálisis? aún...<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Es un tema de discusión presente entre los analistas la cuestión de la permanencia y de la vigencia del psicoanálisis.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Desde distintos sectores, tanto analíticos como extra analíticos, se debate acerca de la posibilidad de desaparición del psicoanálisis. Algunos argumentos giran alrededor del tiempo, la eficiencia, el dinero, el costo de los tratamientos.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Dinero- tiempo- eficiencia, valores de primer orden en la era posmoderna que nos toca vivir.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Sin embargo estas cuestiones tan actuales no eran del todo ajenas a Freud, quien solía argumentar que si bien el tratamiento psicoanalítico es caro y largo, lo más costoso en la vida es la enfermedad…y la tontería. La cultura actual confunde eficiencia con eficacia. El análisis es eficaz, y considero que esa eficacia tiene que ver con el poder curativo de las palabras, con la posibilidad de un sujeto de asumir una historia que, una vez nombrada y resignificada, ya no será la misma. La posibilidad de asumir una historia en nombre propio, en una posición de responsabilidad en relación con el deseo definitivamente cambia la vida de los sujetos. Si bien pienso que el analista deja en suspenso el deseo de “curar” a su paciente, al mismo tiempo considero que el psicoanálisis “cura”. Con esto quiero decir, que un análisis llevado hasta sus últimas consecuencias –hasta sus últimas consecuencias en la asunción y el despliegue de la verdad de los deseos de cada uno, sean estos de índole neurótica o psicótica - tiene efectos tangibles en la vida de los sujetos.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Freud pensaba que la libido del neurótico, enlazada a los fantasmas incestuosos, una vez desasida de ellos –es el trabajo que propicia el análisis por la vía de la transferencia- queda en disponibilidad de ser <i style="mso-bidi-font-style: normal;">utilizada para la vida. </i>De esta forma el análisis permite que el sujeto ponga en juego su deseo, no cualquiera, sino un deseo regulado por una ética: la de la prohibición del incesto. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Cierta vez leí un texto de una analista que decía que hay ciertos pacientes que tienen una “falta de confianza en el significante”. Son las llamadas “patologías del acto”. Evoco esto porque me hace pensar en la absoluta confianza de Freud en las palabras, incluso en el terreno de las psicosis: vale la pena recordar que en el caso Schreber Freud contradice a todo el saber o el discurso médico al buscar, hasta las últimas consecuencias, un sentido a la producción delirante del presidente del tribunal. Allí donde la medicina ve una producción sin sentido, el delirio, Freud tiene la convicción de que el delirio del psicótico aloja en su interior algo relativo a la verdad de la historia del paciente, tema que retomará sobre el final de su obra. En <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Construcciones en psicoanálisis</i> afirma que el delirio aloja en su interior un núcleo de verdad histórica. Puede considerarse que el mérito de Freud entre otros-<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>en torno al caso Schreber- es haber tomado su palabra absolutamente en serio.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>A tal punto toma<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Freud en serio las palabras del magistrado que,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>sobre el final del caso, compara la teoría de la libido con el contenido del delirio de los rayos divinos; y se pregunta –no sin humor- si el delirio de Schreber no es acaso científico o si la teoría de la libido no tiene algo de delirio.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Lo alarmante es que esta falta de confianza, que mencionábamos más arriba, en el significante no es patrimonio exclusivo de cierto tipo de pacientes; es compartida por el discurso médico –se acallan las voces delirantes del loco, tal vez por el horror de la verdad que nombran. En relación con esto último, Lacan se sorprende con el hecho de que al psicótico no se le pregunte por el texto de las voces que escucha. En este sentido Freud toma al pie de la letra lo que dicen los pacientes, se detiene, inicialmente, en el poder de las palabras aportadas por la histérica en la cura. De esta forma, deja al síntoma la posibilidad de hablar. Movimiento que implica por parte del analista –a diferencia del hipnotizador- una renuncia a una posición de poder. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En su libro <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El psiquiatra, su loco y el psicoanálisis </i>Maud Mannoni realiza una crítica tan lúcida como descarnada al discurso y el saber de la psiquiatría, así como también a sus prácticas frente a la locura. Influenciada por la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">antipsiquiatría</i> cuestiona el lugar que la sociedad asigna al loco<i style="mso-bidi-font-style: normal;">. </i>Alerta sobre el riesgo de la posición médica en donde el experto es quien “sabe” acerca del sufrimiento del otro. Movimiento que borra al sujeto, a quien se priva de enunciar su verdad en tanto no hay allí una oreja a quien esta pueda ser dicha… No está de más preguntarse, en relación al analista y siguiendo en este punto las ideas de Piera Aulagnier, cuál es la fuente de su saber. Huelga decir que el saber del que se trata no se sitúa del lado del conocimiento ni de lo académico; por otra parte el llamado “análisis didáctico” (conjunción de dos términos inconciliables de lo cual mucho se ha hablado ya en la historia del psicoanálisis) muestra su fracaso en la ilusión de operar como garante del saber analítico en tanto experiencia del propio inconsciente. Gregorio Varemblitt dice con humor en los agradecimientos de su libro <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El concepto de realidad en psicoanálisis: “Por todo lo excelente recibido de E. Rodrigué, el autor le agradece enfáticamente que haya logrado ser su psicoanalista a pesar de haber sido su didacta.</i></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Maud Mannoni opina al respecto que cuando el análisis didáctico no ha dejado lugar al análisis el analista efectuará su propio análisis con su primer paciente. Esto da lugar, piensa Mannoni, a la posibilidad de actuaciones, somatizaciones e inclusive accidentes suicidas por parte del analista. Al respecto dice Mannoni: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“La aplicación, en nombre de un saber instituido, de medidas intempestivas de “cura” no logra otra cosa que <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">aplastar aquello de demanda hablar</b> <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">en el lenguaje de la locura</b>, y al mismo tiempo lo fija en el delirio, con lo que aliena<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"> </b>aun más al sujeto” </i></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;">En relación al tema del saber dentro de la relación analítica, Octave Mannoni postula que en un análisis el saber siempre se espera <i style="mso-bidi-font-style: normal;">del</i> otro: si el paciente lo espera del analista, el analista lo espera del paciente. Este juego de espejos muestra, a la vez que vela, el hecho de que aquel de quien se espera el saber no es realmente alguien. Otro –con mayúsculas- siempre presente en la situación analítica. Por su parte, Piera Aulagnier se pregunta qué esperan y que oyen de nuestro discurso aquellos que vienen a demandarnos “saber” y al mismo tiempo qué espera y qué escucha el analista acerca de esa demanda que se le dirige.</span><span style="font-family: Calibri;"> </span><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;">No está nunca de más recordar el llamado que hace Freud a los analistas en sus <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Escritos técnicos </i>a “dejarse sorprender” por las fuerzas psíquicas intervinientes en el paciente. Lacan por su parte advierte a sus discípulos en el Seminario III acerca de que no traten de “comprender” al paciente. Cuando uno, ubicado en un lugar de saber, comprende demasiado, deja de hacerse preguntas y deja de escuchar</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>El destino de la “enfermedad mental” depende de que se le dé o no al sujeto un espacio que permita traducir en palabras su padecimiento. En este sentido, el saber psiquiátrico objetiviza el sufrimiento del paciente haciéndolo desaparecer como sujeto hablante en el seno de una clasificación nosográfica.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>El poder se ejerce y se despliega en un doble movimiento, en un doble requerimiento: de homogenización y a la vez de exclusión de lo que queda como resto, como deshecho.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>La regla clasificadora<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>-nos recuerda Michel Foucault- <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>domina tanto la teoría como la práctica médica: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Antes de ser tomada en el espesor del cuerpo, la enfermedad recibe una organización jerarquizada en familias, géneros y especies. Aparentemente no se trata más que de un “cuadro” que permite hacer sensible, al aprendizaje y a la memoria, el copioso dominio de las enfermedades” </i>De esta forma, la enfermedad, al emerger bajo la mirada del médico, va a tomar forma objetivada en el cuerpo sufriente del sujeto. Es más, para conocer la verdad y la esencia del hecho patológico, el médico debe incluso abstraerse del enfermo, de su subjetividad y de la palabra que lo representa; saber apoyado sobre todo en la mirada para el cual la palabra del sujeto se presenta –las más de las veces- como un obstáculo. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En contrapunto con lo anterior la aventura analítica no tiene otro fin que el de abrir, para el sujeto que sufre, las vías de acceso a un saber que ha sido sustraído a la consciencia. De esta forma, el analista no entrega un saber al paciente sino que, desde su posición de abstinencia, permite la creación de un lugar, un espacio –el de la transferencia- que permitirá al sujeto dar sentido a su propia palabra, palabra atravesada por el desconocimiento y la mentira. Dicho de otra forma, considero que la función del analista no pasa por “enseñar” cosas al paciente sino por posibilitar mediante sus intervenciones que éste se haga preguntas.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>A la demanda del paciente (en el caso de la locura es siempre pertinente la pregunta acerca de quién demanda y qué se demanda) la psiquiatría responde mediante un diagnóstico que no abre ninguna perspectiva nueva al sujeto: opera más como clausura –de la palabra y de la historia- que como apertura que posibilite un cambio en la posición subjetiva del paciente. Mientras que el diagnóstico en psiquiatría opera un movimiento de generalización, es decir hace entrar al paciente en una categoría pre establecida, categoría que no representa al sujeto, conjunto previamente constituido que opera al modo de las clasificaciones botánicas; la práctica analítica se juega en relación al caso por caso y tiene un carácter absolutamente singular. Desde esta perspectiva, cada análisis es único y hay tantas neurosis obsesivas como neuróticos obsesivos hay. No hay dos histerias iguales ni ningún paciente en los libros. Quizás valga la pena aclarar en este punto que no estoy considerando que el psicoanalista deba rechazar el diagnóstico en tanto instrumento central en la psiquiatría. Pienso que los analistas deben saber diagnosticar rigurosamente: saber establecer un diagnóstico para después “dejarlo caer” y dar lugar a la palabra del sujeto y a su singularidad. Realizo esta aclaración porque en ciertos círculos analíticos el diagnóstico es considerado como mero prejuicio por parte del analista. El tema no se juega, quizás, tanto en abogar por un “sí al diagnóstico” o “no al diagnóstico” sino poder establecer y precisar el “para qué” del diagnóstico en la práctica que sostenemos como analistas. La impericia en el establecimiento del diagnóstico se traduce en un desconocimiento de los diferentes modos de funcionamiento psíquico presentes en la neurosis y en la psicosis; hay intervenciones analíticas que resultan operativas en los pacientes neuróticos y tremendamente iatrogénicas en el paciente psicótico y viceversa.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Quizás sea la psicosis la patología que más empuja al otro a actuar en nombre del “bien del sujeto”. A menudo, el camino al infierno está sembrado de las mejores intenciones. La demanda de “curación” – ya sea que esté planteada por el paciente o por quienes lo rodean- encubre siempre algo del orden del imperativo moral. Al respecto dice Lacan: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Tenemos que saber a cada instante cuál debe ser nuestra relación efectiva </i>–y podría agregarse “afectiva”- <i style="mso-bidi-font-style: normal;">con el deseo de hacer el bien, el deseo de curar. Debemos contar con él como algo por naturaleza proclive a extraviarnos, en muchos casos instantáneamente” </i><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Afirma también Lacan que el dominio del bien es el nacimiento del poder, dimensión del bien que levanta una muralla poderosa en la vía de nuestro deseo. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;">En relación a la problemática del bien en la cura analítica Isidoro Gurman plantea: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“¿Y</i><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">qué es curar? Uno puede decir que de la cura se ocupa mucha gente: se ocupan los médicos, los fonoaudiólogos, los psicólogos, los médicos psicoanalistas, la madre, la abuela, el padre. Es decir, hay un universo que se mueve en torno de la cura. La cura es convocada a propósito de un Mal, en función de un Bien posible. </i></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></i><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Me parece importante la cita para pensar cuál es la especificidad de la cura analítica en relación con las otras “curas” que se ponen en juego en torno al sufrimiento humano, sea este de índole neurótica o psicótica. Al alertar a los analistas acerca del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">furor curandis</i> Freud define las bases de la posición del analista en la cura: la escucha se produce en abstinencia –a diferenciar de la “neutralidad”, abstinencia que, entre otras cosas, podríamos pensar como abstinencia de saber, es decir no precipitar sobre el otro –el paciente- saberes anticipados.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En relación al tema que venimos considerando, relata Mannoni que en el período en que escribe <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El psiquiatra, su loco y el psicoanálisis</i> frecuenta a Winnicott. De él dice que la alienta a hablar del análisis en una lengua simple, en la lengua de todos los días, centrándose al máximo en la experiencia clínica. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Según él </i>–nos dice Mannoni- <i style="mso-bidi-font-style: normal;">del paciente es de quien debo aprenderlo todo. </i>Nuevamente la relación del analista con el saber se hace presente en estas palabras. Menciona también Mannoni en este texto que Winnicott lamentaba el hecho de que los adolescentes psicóticos no pudiesen, en momentos de crisis, hallar un lugar donde delirar sin que se ataje inmediatamente ese delirio con la aplicación de una quimioterapia apresurada; al mismo tiempo lamenta Winnicott que el analista acepte tan mal el hundimiento de un adolescente. Dice Winnicott a Maud Mannoni <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Existe demasiado a menudo la preocupación, dice, de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">enderezar, </b>de</i> <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">mantener de pie </i></b><i style="mso-bidi-font-style: normal;">a un sujeto que demanda una ruptura y necesita existir primero en el rechazo. <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">¿Por qué- me dice- habla usted de “curar”, cuando a menudo basta con “acompañar” a un ser en su desamparo?”. </b></i><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>A su vez, y de manera similar a Winnicott, Octave Mannoni afirma que no se trata, para el psicoanalista, de combatir la crisis de la adolescencia, ni tampoco de “curarla” sino más bien de “acompañarla”, habla el autor de que el analista debe <i style="mso-bidi-font-style: normal;">afrontar</i> la crisis, lo cual no quiere decir ni soportar pasivamente ni reprimir ciegamente.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Dar lugar, entonces, mediante la escucha al sufrimiento de alguien. Escucha que no moraliza ni juzga sino que se presenta como receptiva a lo que un sujeto tenga para decir, incluso para aquello que sólo puede ser dicho de manera delirante. Marca subjetivante de la palabra propia cuando permite integrar aquello que, por diversos motivos, ha sido expulsado de la historia. Dicho de otra forma –y esta vez siguiendo a Winnicott- se trataría de propiciar entonces que algo de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">eso</i> no inscripto pueda ser puesto en palabras y puesto a cuenta de la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">historia personal. </i>Verdad evanescente, nos recuerda Mannoni, que solamente puede manifestarse en un lugar diferente de aquel en que la buscamos. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Coincido con el planteo de Maud Mannoni acerca de que sería deseable que los analistas no centren su trabajo exclusivamente en la práctica de sus consultorios privados. Pienso que es deseable que los analistas puedan estar presentes en las instituciones. Sabemos que si bien es imposible establecer un análisis “clásico” dentro de, por ejemplo, el marco institucional hospitalario, o psiquiátrico, o escolar, también es posible que, en los intersticios que toda institución deja, algo de un efecto analítico pueda operar. A menudo los analistas oscilan entre la impotencia –“es imposible el trabajo en la institución” a la omnipotencia –“se puede modificar absolutamente la institución, etc.” <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Pienso que la presencia de un analista dentro de las instituciones puede dar la oportunidad de que la palabra del sujeto sea escuchada de una manera diferente, a la vez la experiencia del trabajo institucional suele ser muy rica para el analista a nivel de aprendizaje y experiencia. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Acerca de la relación entre el psicoanalista y la institución psiquiátrica Emiliano Galende plantea que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">(…) “el psicoanálisis nunca avaló la exclusión-custodia de los enfermos mentales, siempre sostuvo una práctica de respeto por la palabra del enfermo, y una ética de la verdad y el deseo”</i> Agrega el autor que<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>quizás no sea casual que el psicoanálisis se haga presente en el hospital psiquiátrico y asuma la representación de los restos de humanidad que aun alberga esta sociedad. Lugar marginal el del analista en sus relaciones con la medicina, desde sus orígenes. Lugar del analista que no es sino, tal vez, análogo a las cualidades del objeto del cual se ocupa. De esta forma, el analista es convocado a la institución psiquiátrica para que se ocupe de estos “restos”, para dominar o regular eso que no marcha, se espera de él una acción correctora específica: la sumisión del deseo a un orden educativo-normativo-adaptativo. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Viene al caso el relato de una experiencia institucional: trabajé un par de años en una institución dedicada a la “rehabilitación” de adictos. Estas instituciones –aunque no era una característica predominante de la institución de la cual formé parte- suelen tener en común la percepción de “la droga” como un MAL que hay que eliminar en nombre de un BIEN, suenan y resuenan las expresiones del “flagelo” de la droga, etc.; de la misma manera que el saber médico-psiquiátrico considera a la locura un mal. Lógica esquizo- paranoide que suele dejar de lado una interrogación en relación al sujeto. De manera similar al enfermo psiquiátrico que se identifica con este lugar que desde el discurso médico le es asignado, el del loco, el paciente adicto suele hacer suplencia del nombre propio nombrándose como “adicto”. La dimensión subjetiva, de la cual el nombre propio es soporte, se borra y “adicto” suele pasar a ser el nombre ortopédico que brinda cierta consistencia a la endeblez del yo. Desde este punto de vista, plantear una institución “para adictos” contribuye, sin dudas, a fijar al sujeto en esa identificación tan invalidante como mortífera. Lo siniestro del asunto es la forma en que, tanto el loco como el adicto, reproducen el mismo discurso que los segrega. Por supuesto el analista deberá estar advertido del riesgo de medicalización, tanto de su discurso como de las intervenciones que realiza. La “rehabilitación” ofrecida al adicto, más que centrarse en criterios esencialmente adaptativos o normativos, tendría que apuntar a re-habilitar a alguien en relación a su deseo y a la palabra que lo representa. Esto implica de alguna forma, por parte del analista en la institución, una interrogación permanente acerca de los actos que realiza. Si el psicoanálisis es por definición cuestionador (de la cultura, de la posición imaginaria del sujeto en relación a su sufrimiento, etc.) también debe estar en condiciones de cuestionar e interrogar permanentemente su propio discurso y su propia práctica. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Al respecto señala Lacan que el analista tiene que pagar algo para sostener su función, a saber: paga con palabras, es decir, sus interpretaciones; paga con su persona, en la medida en que –por la transferencia- es literalmente desposeído de ella y finalmente es necesario que pague con un <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">juicio en lo concerniente a su acción. </b>Esta –nos dice lacan- es una exigencia mínima para el analista. Ética del analista que lo lleva a examinar cada vez la relación de la acción con el deseo que la habita. Acción que en parte permanece velada para el analista mismo. Hueco en el saber que abre la dimensión del enigma a soportar.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>La apuesta, una vez más, consiste en tratar de derivar por lo psíquico eso que, por no decible, tiende a ser puesto en acto. Ofrecer un espacio de simbolización es, en algunas ocasiones, una experiencia privilegiada para un sujeto donde algo puede ser nombrado por primera vez. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div>conrado zulianihttp://www.blogger.com/profile/13186287258782676317noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1218836856614134935.post-69619824053102003782011-04-08T05:29:00.000-07:002011-04-08T05:29:09.996-07:00backstage<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt;">Apresuró con vehemencia la última gota de agua mineral. El líquido pasó por su garganta en una agonía de tuberías saturadas. 15 segundos. La reputísima madre que lo parió. De nuevo la garganta seca. Los 335 ml., entonces, fueron al reverendo pedo.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin: 0cm 0cm 0pt -7.5pt; mso-layout-grid-align: none;"><span style="font-family: "Times New Roman", "serif"; font-size: 12pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>La voz de su analista suena metálica en el interfón -¿Quién es? -Nadie.</span></div>conrado zulianihttp://www.blogger.com/profile/13186287258782676317noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1218836856614134935.post-26393004781273900302011-03-26T20:20:00.000-07:002011-03-26T20:20:56.208-07:00Encrucijadas. Freud<>Nietzsche<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt;"></span><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Nuestras visiones más elevadas deben forzosamente parecer locuras, y a veces hasta crímenes, cuando, de manera ilícita, llegan a orejas de los que allí no están ni destinados ni predestinados. </i>F. Nietzsche – <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Más allá del bien y del mal. ( 1905)</i></b></span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"></span><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En el presente trabajo intentaremos <i style="mso-bidi-font-style: normal;">hacer trabajar</i> una posible relación entre algunas ideas, nociones y conceptos de Nietzsche y Freud. Hacer trabajar la fecundidad de un posible encuentro tanto como los puntos de divergencia entre uno y otro.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En tanto ambos se han interrogado acerca de las condiciones de la existencia humana y las formas del malestar, creemos oportuno leer desde sus perspectivas aquello que en Freud define el campo de la neurosis, es decir <i style="mso-bidi-font-style: normal;">el malestar en la cultura</i>.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Para esto, partiremos de una primera pregunta: ¿qué es <i style="mso-bidi-font-style: normal;">la verdad</i>? Intentaremos bordear el estatuto que ésta toma en las teorizaciones de Freud y Nietzsche; así como también la manera en que tradicionalmente se asocia, con demasiada facilidad <i style="mso-bidi-font-style: normal;">la verdad</i> a la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">realidad </i>como hecho objetivo y objetivable. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Nuestros autores se caracterizan por haber interrogado lo que de estas dos nociones se presenta como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">observable, naturalmente dado.</i> Ambos emprenden un camino que intenta despejar lo que del ser humano permanece en lugares recónditos, produciendo un descentramiento de aquello que el sentido común presenta como “natural”. Al respecto son propias las palabras de Nietzsche en el Prefacio de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Genealogía de la Moral “…Y es que fatalmente permanecemos extraños a nosotros mismos, no nos comprendemos, necesariamente tenemos que confundirnos con otros, estamos eternamente condenados a sufrir esta ley: “Cada uno es el más extraño a sí mismo, no somos de esos que buscan el conocimiento”…”</i></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></i><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En uno de sus últimos artículos Freud señala que el delirio psicótico contiene, entrama, aloja un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">núcleo</i> de verdad, situando esta verdad como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">histórica</i> y como “intento de curación”. Efectúa así un descentramiento de lo que impone como dato el sentido común. Lo más “loco” - o aquello más alejado de “la realidad”- para el observador coincide con la verdad. Lo más “enfermo” coincide con un intento de restablecimiento, de curación. Freud cuestiona de esta manera el saber oficial de la medicina. De manera similar compara en el caso Schreber la estructura del delirio con la estructura de sus teorizaciones sobre la libido. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Primer subrayado: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">la verdad histórica. </i>Es esta una noción compleja si la acercamos a la idea de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">realidad</i>. Propongo otra lectura: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">verdad</i> como entramado lógico que aloja al sujeto. He aquí la impronta del pensamiento freudiano. Freud resigna, pierde “La realidad” como acontecimiento objetivo para encontrar las huellas –esas que en Moisés dice que es necesario borrar- de la realidad psíquica. De la teoría traumática, de lo real del acontecimiento a lo real de la fantasía. Del trauma como acontecimiento al trauma como vacío de significación.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; tab-stops: 106.35pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>También, más o menos temprano, Freud entiende que hay en los sueños eso que él <i style="mso-bidi-font-style: normal;">llama</i> “ombligo del sueño”. Sería posible decir que es allí donde la verdad se aloja, asentándose como punto de imposibilidad, como punto evanescente de verdad “pura”.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En Nietzsche encontramos la referencia a la<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>“cosa en sí” kantiana (Nietzsche, F. Sobre mentira y verdad en el sentido extramoral. Ed. Tecnos. Madrird, 2001. p. 22) –la verdad pura- como inalcanzable. Agregaríamos: es a partir de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">eso</i> que se habla, que el lenguaje se entreteje como red en el intento de cernir la cosa, la “enigmática x de la cosa en sí” (Nietzsche, F. Sobre mentira y verdad en el sentido extramoral. Ed. Tecnos. Madrird, 2001. p. 22)</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Dicho de otra manera: el sujeto construye entramados de representantes, mundos de significación como litorales de eso que, por definición, permanecerá inaccesible. En términos freudianos diríamos que la madre como presencia deviene <i style="mso-bidi-font-style: normal;">das ding</i> dando apertura a la constitución del sujeto.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>De un lado –Nietzsche- el lenguaje envía al sujeto lejos de sí mismo, de su verdadera naturaleza. El lenguaje no tiene otra chance que la de elaborar decires metafóricos; del otro lado –Freud- el sujeto humano pierde su naturaleza a partir del encuentro con el Otro materno sexualizante, al cual el sujeto deberá perder para empezar a inscribir-se en el campo de la cultura, campo que es posible situar junto a Nietzsche y Freud como campo de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">lenguaje.</i></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Allí donde lo social, mediante la instrumentación de un saber oficial –el de la psiquiatría- sanciona una mentira (el delirio, el síntoma histérico) Freud sitúa una verdad, que no será una verdad a priori sino a construir en el trabajo con su paciente.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Freud sabe entonces que la verdad insiste en la formación sintomática y, en el peor de los casos, en la compulsión repetidora. He aquí la verdad en su faceta de demonio.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">De esta manera, sería posible ver en este punto un hilo conductor entre nuestros dos autores. Éste consistiría en la fuerte interrogación por parte de ambos acerca del lugar de la cultura en la causación del malestar. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En ambos es posible situar el padecimiento humano en relación con la renuncia pulsional impuesta al sujeto por lo social. Cito a Nietzsche: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“El hombre descansa sobre la crueldad la codicia, la insaciabilidad, el asesinato…”</i>. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>(Nietzsche, F. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Sobre verdad y mentira en sentido extramoral..</i> Ed. Tecnos, México, 2001, p.20)<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> </i>La <i style="mso-bidi-font-style: normal;">razón</i> será entonces la apariencia que encubre la porción indómita de la naturaleza humana.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>De la misma manera, Freud sabía que el precio que paga el sujeto por acceder a la cultura es la instalación del superyo, transacción realizada en moneda neurótica. Esto mismo es lo que entrevé Nietzsche: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Esa manera de tratarse a sí mismo, esta crueldad contra sí mismo del animal humano introducida </i>(en Freud el superyo es la autoridad parental <i style="mso-bidi-font-style: normal;">internalizada</i>)<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> en su vida interior (…) y que inventa la mala consciencia para hacerse daño, desde que la vía natural de este deseo de hacer mal le fue coartada…”</i></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">(Nietzsche, F. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Genealogía de la moral</i>. Ed. Porrúa. México, 1999. P. 187.)</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Sí, ambos sabían que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“En el hombre hay tantas cosas espantables.</i> Al mismo tiempo ambos trascendieron, superaron el horror para poder pensar en ello.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Para Freud la cultura reposa sobre la interdicción de lo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">espantable</i>. De aquí se desprende que el lugar del sujeto en la cultura no sea otro que el malestar: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“…jamás nos hallamos tan a merced del sufrimiento como cuando amamos; jamás somos tan “desamparadamente” infelices como cuando hemos perdido el objeto amado a su amor. </i>Para Freud una de las formas de lo sacrificial estará en relación con conservar el amor del superyo, figura hostigante de cuya severidad Freud hacía depender la gravedad de la neurosis.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Al respecto resulta sumamente interesante la siguiente consideración de Nietszche: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“El valor de lo verdadero se ha presentado a nosotros (…) ¿quién de nosotros es Edipo? </i>(Nietzsche, F. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Más allá del bien y del mal. </i>Ed. Porrúa, México, 1999, p. 5)<i style="mso-bidi-font-style: normal;"></i></span></div><div class="MsoBodyText" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Arribamos nuevamente a un vector común entre Freud y Nietzsche: en ambos la verdad no es sin consecuencias y sabemos que aquel que se ha atrevido a la verdad tuvo un destino trágico. Tal vez por eso Freud situaba como un desenlace deseable de la labor terapéutica el pasaje de la miseria neurótica al infortunio común. También consideraba al espacio analítico como un lugar en donde –transferencia mediante- eran convocados los demonios y el analista no podía desentenderse de su responsabilidad al respecto.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Si para Nietzsche la razón de ser se encuentra en la “cosa en sí” y en ninguna otra parte, Freud encontrará a la cosa en sí perdida y produciendo un efecto de verdad. En ambos encontramos un saber oficial fuertemente cuestionado, saber de las apariencias que al caer posiciona al sujeto de manera diferente frente a un saber que no sabe que sabe.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Si la idea en Nietzsche es que la realidad es un constructo, en Freud reencontramos esta problemática en relación a la cuestión de cuál es la operatoria mediante la cual el sujeto <i style="mso-bidi-font-style: normal;">lee</i> la realidad. En una y otra vía de pensamiento encontramos la noción de un sujeto productivo, activo en relación con las coordenadas subjetivas a partir de las cuales la realidad es cifrada. Podría decirse que perdida la cosa en sí, el sujeto producirá un andamiaje psíquico en el cual sostenerse. Construcción realizada sobre un desgarro <i style="mso-bidi-font-style: normal;">fundacional</i> a partir del cual las producciones culturales llevarán la impronta de la desarmonía, la desproporción entre la satisfacción obtenida y la esperada.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>El análisis es un llamado a la responsabilidad psíquica del sujeto en relación a su fantasma. Nietzsche no era ajeno a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">esto</i>. Ambos, Freud y Nietzsche han transitado el camino de lo obvio para encontrar en lo sabido el lugar de lo extraño, de ese extraño que es el sujeto humano para sí mismo.</span></div><div class="MsoFootnoteText" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Freud se pregunta en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El porvenir de una ilusión</i> ( 1927) si es posible reducir el sacrificio que la cultura impone al individuo. Esa misma pregunta interpela al analista, se re-edita en cada análisis; <i style="mso-bidi-font-style: normal;">¿Es posible reducir esta voluntad del hombre de encontrarse culpable y reprobado hasta hacer su expiación imposible, su voluntad de verse castigado sin que nunca el castigo pueda ser el equivalente de su falta?</i><span class="MsoFootnoteReference"> </span>(Nietzsche, F. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Genealogía de la moral.. </i>Editorial Porrúa, México, 1999, p. 187).</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">La cuestión se pone en juego en cada análisis, en el intento de tramitación psíquica, en la construcción de un espacio subjetivo que entrama eso que Winnicott llamaba “historia personal”.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Decíamos con Freud: de la miseria neurótica al infortunio común, agregamos: del trauma a la historia se constituye el andamiaje del sujeto. Nietzsche de-vela determinadas construcciones sociales, mostrando el costado descarnado de la existencia humana que intentan obturar, a su vez Freud cuestiona a la consciencia como amo de lo psíquico, dándole en este movimiento un lugar al sujeto. </span></div><div class="MsoFootnoteText" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Para finalizar, hacemos nuestras las palabras de Emiliano Galende: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Todas las formas de institucionalización se hacen en nombre del bien del individuo: la escuela, la justicia, la medicina, la psiquiatría. El dolor mismo que causan en el individuo, índice del malestar que contienen, es señal del bien que hacen. Sólo el psicoanalista frente a los materiales que trata, no se plantea hacer el bien. Se propone que la palabra emerja en el sujeto y está dispuesto a aceptar sus consecuencias. Interroga más bien a las normas pedagógicas y a las reglas de la educación, como interroga al mito o a la fantasía, al delirio o a la cultura.</i><span class="MsoFootnoteReference"> </span>(Galende, E. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Psicoanálisis y salud mental. Para una crítica de la razón psiquiátrica. </i>Paidós, Buenos Aires, 1994, p. 35.)</span></div><div class="MsoFootnoteText" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><br />
</div>conrado zulianihttp://www.blogger.com/profile/13186287258782676317noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1218836856614134935.post-65406779851056179412011-03-19T17:58:00.000-07:002011-03-19T17:58:15.561-07:00Casa tomada ¿Con qué soñó Cortázar? (Relación con la alteridad)<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><span lang="ES-AR">Marisú Vallejos, psicoanalista de Rosario, Argentina, me envió un texto sobre Casa Tomada que considero vale la pena compartir. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><span lang="ES-AR">Casa tomada: ¿Con qué soñó Cortázar? (La relación con la alteridad)</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><span lang="ES-AR">Marisú Vallejos</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><span lang="ES-AR">Psicoanálisis aplicado, psicoanálisis extramuros o en extensión -al decir de Laplanche-, importación de un hecho literario para hacer hablar a la teoría, ejercicio de lectura sobre lo escrito por un escritor, Cortázar, que se cuenta soñante; soñante que despierta, escribe su sueño y lo transforma en cuento: Casa tomada.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><span lang="ES-AR">El cuento parece que ha tenido variadas interpretaciones: ¿Es una metáfora del exilio, o del advenimiento del peronismo? El, a juzgar por la entrevista*, parece apostar a conservar el enigma, se asume como hombre post psicoanalítico y se reconoce sujeto dividido, portando un inconsciente.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><span lang="ES-AR">Hay una versión del cuento** que puede considerarse una interpretación particularmente interesante. Es una trasposición espacial del texto, que aprovechando el “miramiento por la figurabilidad” de todo sueño, lo inscribe en un plano de la casa/escenario del sueño y lo va haciendo migrar -al texto-, recluirse, expulsarse del interior, tal como lo hacen los personajes en el cuento.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><span lang="ES-AR">Metáfora preciosa, podríamos reconocer:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><span lang="ES-AR">-de la constitución del aparato psíquico y sus clivajes</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><span lang="ES-AR">-del trabajo de la represión y sus fracasos</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><span lang="ES-AR">-del sepultamiento de los objetos originarios y sus goces concomitantes</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><span lang="ES-AR">-de la inscripción del superyo a partir de restos/enclaves de lo exógeno; de su retorno desde un interior constituido por implantaciones internas/externas; del empuje que ejerce – no sin traumatismo- sobre lo incestuoso hacia un destino de olvido (amnesia infantil) y que arroja al yo fuera de sus dominios hegemónicos.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><span lang="ES-AR"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Superyo que va tomando cuerpo a medida que el tiempo transcurre y, en su vertiente estructurante, se hace ley que regula y abre camino a la exogamia, que divide al sujeto y lo encausa hacia destinos tranferenciantes y sublimatorios ( si reparamos en que los personajes salen de su casa, el soñante despierta, y éste es Cortázar escribiendo el cuento).</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><span lang="ES-AR">Si bien como lector uno no puede dejar de temer y odiar esa presencia siniestra ante la cual el tejido del sueño va cediendo en su lucha hasta que pierde, agradece ese montante de angustia que hizo fracasar el trabajo onírico – el guardián del dormir y la homeostasis- para que los personajes acaben saliendo, Cortázar despierte y nos escriba semejante cuento...</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><span lang="ES-AR">*Entrevista emitida en Canal Encuentro.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt;"><span lang="ES-AR">**Edición diseñada por Juan Fresán, de 1969. </span></div>conrado zulianihttp://www.blogger.com/profile/13186287258782676317noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1218836856614134935.post-80191200951637262932011-03-13T22:29:00.000-07:002011-03-13T22:29:52.240-07:00Encuentro con Cortázar. Tiempo y espacio en El perseguidor<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Algo en relación a las nociones de tiempo-espacio: ambos tienen relación con la idea de frontera, de límite. Un espacio es tal en virtud de un límite que lo diferencia de otro. De la misma manera, el tiempo supone una construcción hecha de cortes sucesivos a partir de los cuales surge la demarcación que permite situar al<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>sujeto en un momento determinado. Dicho de otra forma: un momento <i style="mso-bidi-font-style: normal;">es</i> en tanto plausible de ser diferenciado de otro que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">no es. </i>La repetición de lo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">idéntico </i>caracterizada por la imposibilidad de hacer diferencia entre un momento actual y otro ya vivido deja al sujeto en la perplejidad de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">lo siniestro.</i> </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Esto lo estoy tocando mañana</i>, dice ese Dédée tan amable como temible que Cortázar nos regala. La incertidumbre sobre el futuro angustia. ¿La certeza vuelve loco?<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>¿Hay tiempo en la locura? </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Cortazar y el tiempo del jazz. Éste es siempre en síncopa. Dentro del argot musical se habla de tiempos irregulares. Podría pensarse que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">el perseguidor</i> recoge y hace propia una temporalidad marcada por lo irregular. Dédée está atravesado hasta los huesos por el tiempo del jazz, tiempo vertiginoso y a la vez sutil, hecho de fraseos y escalas alteradas. ¿Está loco Dédée?<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Personalmente no lo creo. Fuera del tiempo convencional, él es mañana. Evidencia que lo deja en terreno sabido de antemano, lo acerca a la muerte en tanto es la única certeza que, los mortales,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>podemos poner a cuenta del futuro. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">El</i> <i style="mso-bidi-font-style: normal;">perseguidor </i>está escrito con una lógica <i style="mso-bidi-font-style: normal;">jazzera, </i>compleja. De esta manera, el cuento pone en escena un tiempo diferente al tiempo cronológico. Éste último, es definido por Dédée como un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">tiempo de relojes</i>, que remite a una visión “escolarizada” de la temporalidad. El tiempo cronológico es el de la historia oficial. Dédée lo desprecia. En algún lugar de su mente él tiene la intuición de un tiempo Otro: tiempo de la subjetividad, que podríamos caracterizar como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Lógico</i>: </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="mso-ansi-language: ES;">“…viajar en el <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">metro</b> es como estar metido en un reloj. Las estaciones son los minutos, comprendes, es ese tiempo de ustedes, de ahora; pero yo sé que hay otro, y he estado pensando, pensando…”</span></i><span style="mso-ansi-language: ES;"> Ese otro tiempo es el que procede como una elasticidad retardada. La obsesión de Dédée por los relojes es, tal vez, su forma particular de conjuro contra la muerte: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Entonces un hombre, no solamente yo sino esa y tú y todos los muchachos, podrían vivir cientos de años, si encontráramos la manera podríamos vivir mil veces más veces de lo que estamos viviendo por culpa de los relojes, de esa manía de minutos y de pasado mañana…” </i>Sorprende la paradoja de que nuestro protagonista no tiene otra posibilidad que apelar a una métrica numérica al mismo tiempo que intenta prescindir de la medición cronológica del reloj: “cientos” de años, “mil” veces más…</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Si el perseguidor transcurre en un derrotero de notas trasnochadas, ebrias, irrespetuosas, la ironía está en el abrupto disloque de la sucesión de hechos, en el punto en que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">mañana </i>se hace cierto dejando de ser mera posibilidad probabilística. Futuro igualado a presente producen el síncope de Dédée, su síncopa. Su perseguidor no viene detrás sino delante. Su perseguidor es un mañana hecho de sueños premonitorios de carácter mortífero.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>A Dédée la música le ofrece la oportunidad de “meterlo en el tiempo” acotando la posibilidad de quedar entrampado en un tiempo sin cortes (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">“-Por eso en esa casa </i></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">-dice en referencia a su historia familiar- <i style="mso-bidi-font-style: normal;">el tiempo no acababa nunca, sabes.” </i>Y unas líneas más abajo agrega: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“La música me sacaba del tiempo, aunque no es más que una manera de decirlo. Si quieres saber lo que realmente siento, yo creo que la música me metía en el tiempo”) </i><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Se me ocurre la comparación de que Dédée es al tiempo lo que Funes, el memorioso de Borges, al recuerdo y al olvido, en tanto figuras de lo imposible. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Casi diría que Cortazar pinta el mar con mar, como el pintor loco (¿?) de Baricco. Pérdida de la distancia figurativa que es a la vez el intento de enmarcar un blanco; vacío oceánico que traga, engulle y vomita. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Dónde esta el ojo del mar?</i> – pregunta el pintor. Sin ojo no hay antes ni después ni al lado de. Es su propio ojo perdido en el mar. ¿Está, a la manera de Dédée, pintando el mar mañana? Curioso, o no tanto, que la respuesta venga de un niño, podría decirse, sin edad: El ojo son los barcos.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Dédée, el pintor, se exilian a su manera. Exilios imposibles, en tanto pierden, de alguna manera las fronteras que demarcan la existencia de un lugar otro. Tiempo y espacio abiertos que borran la posibilidad de hacer-se lugar. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Al arribar a este punto del escrito, nos surge como imprescindible la noción de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">diferencia</i> para poder pensar el tiempo y el espacio. Es a partir de ésta que tiempo y espacio pueden dibujarse, tal vez a la manera de superficies, donde habitar. Tiempo y espacio, al indiferenciarse, pueden devenir océanos abiertos. </span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br />
</div>conrado zulianihttp://www.blogger.com/profile/13186287258782676317noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1218836856614134935.post-78501745502940819822011-03-12T19:20:00.000-08:002011-03-12T19:20:35.048-08:00PRESENTACION DE ESTE ESPACIO<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Freud sitúa, de una manera simple y despojada de todo tecnicismo teórico, lo que a su entender constituye el fin del análisis como terapéutica: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">transformar la miseria neurótica en infortunio común.</i> Ahí donde el mal estar en la cultura cobra la forma de exceso de sufrimiento. Idea central de Freud: el acceso del ser humano a la cultura estará marcado irremediablemente por la renuncia pulsional,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>el costo a pagar es la neurosis y la constitución del superyo, esa porción de indómita naturaleza. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Cabe preguntarnos, en un momento en el que se discute sobre la permanencia o desaparición del análisis, acerca de lo que permite diferenciar al psicoanálisis del vasto campo de terapéuticas que conforman el campo “psi”. Para intentar responder este interrogante hecho mano al mismo Freud: </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Para Freud el psicoanálisis es:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-list: Ignore;">a-<span style="font-family: "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="mso-ansi-language: ES;">Un método para el estudio de los procesos psíquicos inconscientes, inabordables por cualquier otro medio</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-list: Ignore;">b-<span style="font-family: "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="mso-ansi-language: ES;">Una terapéutica para la cura de las neurosis</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-list: Ignore;">c-<span style="font-family: "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="mso-ansi-language: ES;">Una teoría acerca de los hechos psíquicos intervinientes</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En la definición lo que aparece en primer lugar es el método, en segundo el análisis como terapia y en tercer lugar una teoría que intenta dar cuenta tanto del objeto, el inconsciente, con sus leyes de funcionamiento, como del padecer neurótico y los resortes de la cura.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Lo anteriormente dicho permite sostener la hipótesis de que el interés de Freud se asienta más en el método que en la terapéutica. Las neurosis se le presentan como el lugar privilegiado donde <i style="mso-bidi-font-style: normal;">eso</i>, el inconsciente, se da a escuchar. Con la particularidad de que hasta entonces, hasta Freud, no había habido una oreja. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Entonces digo que Freud inventa no sólo el psicoanálisis. Freud inventa el objeto del psicoanálisis. El inconsciente es su invención. ¿Antes de Freud existía el Inconsciente?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Considero que no. Considero que existe a partir del acto fundacional que Freud realiza. Acto mediante el cual <i style="mso-bidi-font-style: normal;">eso</i> es nombrado, y no solamente nombrado. Eso es escuchado.</span><span lang="ES-MX"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>El psicoanálisis se constituye a partir de un cierto posicionamiento en relación a la mentira y a la verdad. Antes de Freud las histéricas eran consideradas, dentro de la tradición psiquiátrica, como “simuladoras”, lo cual constituye un deslizamiento de “mentirosas”. Freud sigue las pistas de “esas mentiras”, se deja llevar por ellas (al igual que sobre el final de su obra se dejará llevar por el delirio en “construcciones” escuchando allí otra cosa: el delirio en su particular relación con la verdad) para tropezar con un orden de verdad diferente: lo pulsional mediado por representantes.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span lang="ES-MX"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Allí donde lo social, mediante la instrumentación de un saber oficial –el de la psiquiatría- sanciona una mentira, Freud sitúa una verdad, que no será una verdad a priori sino a construir en el trabajo con su paciente.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span lang="ES-MX"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Freud sabe entonces que la verdad insiste en la formación sintomática y, en el peor de los casos, en la compulsión repetidora. He aquí la verdad en su faceta de demonio.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En la definición misma que Freud construye está la respuesta al interrogante que nos planteábamos en relación a la especificidad del análisis: esa especificidad está dada por el método y por el objeto. Ambos participan en una relación de implicación recíproca. Es decir, el inconsciente es producido por el mismo dispositivo analítico.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Por el lado del método la situación es casi escandalosa: le proponemos al paciente que diga <i style="mso-bidi-font-style: normal;">todo</i> lo que se le ocurre sin privilegiar ni censurar nada. Esta situación es absolutamente privativa del análisis. No se produce en ningún ámbito de la vida cotidiana del paciente. No hay ningún otro espacio donde uno diga <i style="mso-bidi-font-style: normal;">todo</i> lo que piensa. Salvo, quizás, en los laberintos que construye la psicosis. Como contrapartida nos comprometemos a escuchar de manera<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> parejamente flotante</i> el decurso de las asociaciones del analizado. Es decir, privilegiamos una escucha que ante todo es un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">dejar en suspenso:</i></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l1 level1 lfo2; tab-stops: list 36.0pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-list: Ignore;">a-<span style="font-family: "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>las certezas teóricas</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l1 level1 lfo2; tab-stops: list 36.0pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-list: Ignore;">b-<span style="font-family: "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>los juicios y pre-juicios, tanto teóricos como personales </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l1 level1 lfo2; tab-stops: list 36.0pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-list: Ignore;">c-<span style="font-family: "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="mso-ansi-language: ES;">el sistema de ideales del analista</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt 36pt; mso-list: l1 level1 lfo2; tab-stops: list 36.0pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-list: Ignore;">d-<span style="font-family: "Times New Roman";"> </span></span></span><span style="mso-ansi-language: ES;">las comprensiones anticipadas.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Entonces, el método consistirá en una apuesta en que allí, en el libre fluir de las asociaciones, el inconsciente del paciente aparecerá entramado en las oscilaciones del discurso, en sus discontinuidades. Si pedimos eso al paciente no puede menos que exigírsenos actuar en consecuencia: nos abandonamos a una escucha “plana”, es decir que no privilegia nada en particular del decir del paciente. Escucha tanto plana como atenta y benevolente.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>De lo anterior se desprende que el inconsciente no tiene una localización en las profundidades del psiquismo sino que está alojado en los hilos lógicos que el discurso del paciente produce. El inconsciente, decimos, está en la superficie psíquica y a partir de allí se realiza la operación que el analista lleva a cabo.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Ahora bien, siguiendo a Freud hemos situado al método como lo central del análisis, aquello que hace a su especificidad. Cabe agregar que el método necesita de un espacio en donde ser desplegado y que las coordenadas de ese espacio van a estar delimitadas por el encuadre analítico más la abstinencia del analista; o dicho de otro modo: el encuadre es la abstinencia del analista y el método su ética. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Clásicamente se entiende al encuadre como un conjunto de reglas. Reglas que en definitiva posibilitan un juego. La expresión “contrato” alude a un pacto que regula a ambos participantes del trabajo analítico, a saber: de esta manera se instaura un orden de legalidad que opera como tercero entre los dos del análisis. Obliga y da derechos. Señalando el perímetro que delimita lo que es el análisis<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>de lo que no lo es. Encuadre: condición necesaria más no suficiente. Si delimita un espacio, la posibilidad de que ahí se instale o no un proceso dependerá de las operaciones que el analista realiza para dar acceso o apertura a la posibilidad de un análisis. Espacio que será, en el caso de la terapia analítica, un espacio pulsional, es decir, sexual. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Esta apertura que el analista propicia está dada por una serie de movimientos a realizar. A Freud le agradaba comparar el análisis con una partida de ajedrez, en tanto las aperturas y los cierres están más o menos estipulados. Lo demás dependerá de las particularidades del proceso. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Retomo lo anterior: en principio, o en un principio lo que permite el inicio del juego son los rehusamientos del analista. Con esto señalo que hay cosas que aquel que está en lugar de analista rehusará hacer:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Opinar</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Hablar o interpretar de memoria</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Dar órdenes, dar consejos</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Imponer sus propios ideales al sujeto</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Discutir medios y fines de la cotidianeidad del paciente.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">Lo cierto es que los rehusamientos, la abstinencia no funcionan como imperativo o mandato a seguir sino que están posibilitados por aquello que sostiene al analista como tal, a saber:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">El analista se sostiene en principio en su propio análisis, en el conocimiento tanto de sus determinaciones deseantes como de sus puntos ciegos, es decir puntos de su psiquismo no suficientemente elaborados.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">En su convicción acerca de la existencia del inconsciente, ésta sólo se adquiere a partir de la experiencia del análisis personal.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">En la confianza en el método que implementa y su conocimiento de él.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">En el conocimiento de las formas de trabajo del inconsciente.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;">En relación al tema de la abstinencia del analista, de sus rehusamientos; es decir de su ética, Freud instaba a los analistas a estar precavidos acerca de lo que el llamaba <i style="mso-bidi-font-style: normal;">furor</i> <i style="mso-bidi-font-style: normal;">curandis. </i>Llamaba a la cautela en relación a posicionarse como salvadores de almas, modelo o ideal a seguir. En una oportunidad, y tal vez un poco alarmado, le escribe a Jung: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">no intentes curar, limítate a aprender y a ganar algún dinero. </i>Freud era consciente que el camino al infierno estaba sembrado de buenas intenciones. Allí tropezó con el hombre de los lobos.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>El legado de otros nos enseña que la mejor manera de ayudar al paciente no consiste en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">hacer el bien</i>. Consiste en la aplicación del método: esto es lo que posibilita en el paciente el atravesamiento de su mundo fantasmático y su toma de responsabilidad en relación a las producciones de su inconsciente.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Ese considero que es el legado más valioso de Freud. La creación de un método destinado al abordaje del inconsciente. Él entendió que el sueño es la vía regia al objeto. En este sentido es admirable la valentía de Freud: hay que situarlo en el ambiente científico positivista de la época. Baste recordar que el destino de Edipo fue arrancarse los ojos. A Freud esta verdad se le impuso y estuvo ahí, inclaudicable y hasta las últimas consecuencias dispuesto a escucharla. En ese punto donde muchos antes que él han naufragado en la locura. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En este último sentido Freud produce una subversión radical en la cultura occidental: no solo se atreve a afirmar que la conciencia no es el centro de lo psíquico sino que además postula que somos vividos por <i style="mso-bidi-font-style: normal;">otra escena, </i>en la cual todos los crímenes –léase incesto, parricidio- han tenido lugar. Allí donde la imagen pura de la infancia se desvanece dando lugar a la idea, tan central como intimidante, de la sexualidad infantil. Escenas y escenarios sexuales infantiles que la neurosis actualiza y cristaliza bajo la forma compulsiva de los síntomas.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En sus célebres <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tres ensayos</i> Freud postula una pregunta que merece, a mi entender, ser considerada en toda su amplitud. ¿Cómo es posible que la humanidad no haya visto la sexualidad infantil? La respuesta es: a causa de la represión operante en cada uno de nosotros. Lo cierto es que lo borrado deja rastros; hizo falta Freud para leer sus huellas. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Conrado Zuliani</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Ciudad de México, Marzo de 2011 </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br />
</div>conrado zulianihttp://www.blogger.com/profile/13186287258782676317noreply@blogger.com1